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Norwegian Wood (Este Pajaro se Fue)

Sé que la chica frente a mí puede verme y todo lo que se me ocurre pensar es en que si habrá tostadas de ceviche para la cena. Y es que por alguna morbosa razón que ni Lennon podría explicar me encuentro sentada en esta cafetería, esperando con paciencia de santo ese momento, tú sabes, el momento justo cuando ves el túnel de luz, tu vida pasa por enfrente de tus ojos, te das cuenta del secreto, all the places I remember, yaddi-yaddi-yadda. Luego, la rutina de todos los años: sacudir, sacudir, mirar a todos rodear la masa de pulpa sanguinolenta tatuada en el concreto y esperar sentada en la esquina.

Pero todavía es temprano. Barrenderos limpian las aceras que hace unas horas estaban atestadas por la comunidad homosexual de la ciudad mientras que por otro lado oigo la voz cantar, háganle una rueda a Juana, y de nuevo mi cerebro divaga tratando de recordar por qué carajos compré aquel casete de Tropicalísimo Apache. Irónico, ¿no? que cuando estás en este tipo de situaciones no te acuerdas de nada y cuando ya te acuerdas ya han pasado dos, tres, seis años y sigues igual de jodido que antes, porque yo me acuerdo de haber comprado ese casete toda emocionada, pero ya no sé por qué. Christ! You know it ain’t easy!

I should of known better que ponerme blusa negra con minifalda roja: parezco señalética de mitin. Eso sí, when I’m sixty-four no quiero verme como la señora de la butaca de enfrente, toda arrugada y fumando como chacuaco… vestida como señalética de mitin, digo, se debe tener algo de dignidad a estas alturas del partido, ¿no? Oiga seño’, ¿qué no sabe de las leyes ecológicas? Apague su fábrica de cáncer plis, que quiero seguir viva siquiera un ratito más, que today is my birthday y no quiero andar tosiendo pulmones por todos lados que es bastante desagradable, si no lo sabré ya, ¿verdad? Y me mira con esa miradita asesina pero apaga el cigarro igual y mete sus narices en el periódico para pretender que no me recorta con tijera de peluquero.

Mi celular suena. Es Dios. Quiere hablar con Rati, me dice con todos los güevos del mundo. ¡Consíguele su propio pinche celular! le grito antes de colgar ante los ojos desorbitados de Kalavan y las carcajadas de Rati, mi ángel y demonio de la guarda respectivamente. Claro, puede hacer al puto mundo, pero no puede comprarle un amigo-pak a cada uno de sus subordinados. Suena de nuevo. Dios quiere hablar con Rati, por favor. Así las cosas cambian, le comento; así hasta la burra se deja montar, y toma Rati, te hablan por teléfono. Debería venir aquí más seguido, me dice Rati luego de hablar quién sabe qué con el tipo del teléfono; no me ha dejado en paz ni un momento desde que llegamos, hablando on and on de por qué no le gustan las fresas con crema y aah! Look at all the lonley people! Señala a los que venden periódico en la esquina mientras que Kalavan le dice que con semejantes actitudes con razón no obtiene las alas que tanto quiere; Rati se ríe y dice que si una sabandija como Kalavan puede tener alas, no sabe por qué él no puede comprarse unas, que él maldice y blasfema menos que Kalavan cualquier día de la semana and imagine I’m in love with you, y así se la pasan, flirteando uno con el otro hasta que eventualmente les ganan las ganas de fornicar y lo hacen ahí mismo, sobre la mesa ante la vista no muy emocionada de los otros, porque entre nos yo ya me acostumbré a estas escenitas. Deberías de verlos cuando realmente tienen ganas, le digo a uno que tiene toda la cara de ser novato en este asunto, es como ver Revolution 9 en tecnicolor y con esto termina de ponerse pálido y corre para devolver el desayuno.

Turn off your mind, relax que ya mero pasa lo que tiene que pasar hoy; la parte que más odio, cuando salgo del café y el camión se pasa un alto. ¡Oh por Dios! ¡Odio cuando las tripas se me salen así! ¡Es tan desagradable! Pero supongo que es algo que tengo que hacer cada año para recordarme que a la próxima debería usar calzones limpios y no andar enseñando semejantes vergüenzas delante de toda esta gente.

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