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Tacos y Fritangas --- del Recetario de la Familia Chairez

¿Qué Güena Onda, no?
(Del recetario de la Tía Nina)

Mi amá y yo siempre andábamos agarradas del chongo. No sé por qué pero siempre quería que mi apá le pegara, pero no porque yo quisiera que le pegara, pero a lo mejor sí, porque ella me jalaba las trenzas y yo me esperaba a que mi apá llegara para decirle que mi amá me había jalado las trenzas o que no habíamos comido y si algo le molestaba a mi apá era que no comiéramos.

Vivíamos en un rancho que se llamaba El Hormiguero, allá en Coahuila. Está casi pegado a Torreón, pero no éramos de Torreón, sino del Hormiguero. Porque una cosa era ser niña de ciudad y otra era ser niña lambe-pulgas de cualquiera de las rancherías que estaban por ahí. Mi abuelo era el juez del pueblo, so cuando mi apá era joven, se casó con mi amá porque su apá de él era juez del rancho y como que quién le iba a decir que no al juez, ¿verdad? Mi amá era maestra y mi apá pues la mera verdad ni siquiera había terminado la primaria: sabía leer y escribir, pero siempre sintió envidia de los conocimientos de mi amá, porque los García-Lerma siempre fueron del alta so siempre iban a las escuelas de paga y todo eso, y los Chairez siempre fueron dueños de las tierras, so basaban su poder en que tenían muchas tierras y eran dueños de todo.

 Pero bueno, ya decía yo que mi amá y yo siempre andábamos agarradas del chongo. Pues en una ocasión, mi amá me hizo hacer un berrinche que ya ni me acuerdo por qué. El caso es que yo, bien enojada, dije que ya no quería vivir con ella porque era mala so dignamente me fui a mi habitación y saqué mi muñeca, mis zapatos bonitos, mi peine y mis peinetas y ya traía puesto mi vestido el rojo que me gustaba tanto, so que agarré un abrigo (por aquello del frío) y ya estaba yo bien puesta para irme. En mis adentros quería que mi madre me rogara que no me fuera y todo el teatro, so cuando mi amá me ve, me dice, “¿Y tú ahora a dónde vas?” y yo le dije que ya me iba de la casa y que a ver cómo le hacía pero que yo ya no iba a vivir con ella, por mala. Me acuerdo que mi amá hasta levanto la ceja muy a la María Félix en sus películas de Juana Gallo, se fue a la cocina y me trajo unos panes duros para que no fuera pasar hambres en el camino que iba a tomar en esta vida. “Pero los zapatos, el vestido, el beliz, la muñeca y todo lo que llevas te lo compré yo, así que eso no te llevas porque no es tuyo.” Y yo echando chile por la cola, aventé todo y me salí de la casa y allá afuera me senté a esperar a mi apá que viniera de la siembra pa’ que me viera afuera, porque si mi apá me veía afuera, entonces era seguro de que le daba sus cachetadas a mi amá porque cómo que uno de sus vástagos andaba afuera a esas horas. Total que viene mi apá y yo con las lagrimotas a chille y chille le digo que mi amá me corrió de la casa. Y que entra mi apá a reclamarle a mi amá. Y mi amá con la mano en la cintura le dice, “Yo no la corrí. Ella dijo que ya no quería vivir aquí que porque la tratamos mal y se largó solita. Mira, yo hasta le di un pan pa’ que no se muriera de hambre la pobre.”

So esa fue la primera vez que mi apá me jaló las trenzas, por andar inventando novelas.

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