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Algunas Curiosas Singularidades de la Lengua

Algunas Curiosas Singularidades de la Lengua y la Literatura
por: Sergio Parra

La lengua está viva, es multiforme y multicapa. A pesar de que algunos pretendan encorsetarla, la lengua evoluciona y se adapta a la realidad; incluso condicionando la propia realidad.

Lo mismo sucede, por tanto, con la literartura. No hay diques para ella. Caudalosa y ingobernable, como debe ser, es capaz de adoptar la forma que más nos apetezca.

Hay autores que no solo han jugado con las palabras sino también con las letras, sobre todo en poseía. Como aquel extraño poema en latín del alemán Christianus Pierus titulado Christus crucifixus, cuyos mil versos estaban compuestos por palabras que empiezan por C (Currite, castalides. Christo comitante camanae...)

Abracadabra es una palabra hebrea que incluye tres palabras: padre, hijo y espíritu santo.

Escribir del prisionero consiste en escribir utilizando palabras sin letras con salientes superiores o inferiores (evitando letras tales como q, t o f) para utilizar el mínimo papel posible. También hay quien escribe utilizando sólo una vocal, o con palabras que empiezan siempre por la misma consonante (“Sábado. Siniestros sonidos surcaban sombríamente Salamanca. Sintiéndose solitario, Sergio, sentado sobre su suntuoso sofá, suspiró, sopló, salpicó saliva….”), o suprimiendo una letra determinada, o alternando rigurosamente vocales y consonantes, o haciendo que una determinada letra esté en todas las palabras del texto.

Está la escritura pivote, dónde cada palabra empieza con la última letra de la anterior (“El león no obedece. Es sutil, lánguido, obsesivo…”). Está la escritura creciente, dónde cada palabra tiene una letra más que la anterior (“Y si tío fuma nunca tendrá dolores, espasmos terribles…”)

¿Conocéis idiomas como el Kaluli o el Kobon? Estos lenguajes son muy raros, están en peligro de extinción, y tienen la particularidad de que son capaces de transmitir paquetes de información. Uno de estos paquetes es el de contar, numerar con el cuerpo.

En Papúa Nueva Guinea, que es donde los lingüistas han hecho el agosto con estos lenguajes, las palabras que denominan los números son los nombres de las partes del cuerpo. Este rollo macabeo podría ir soltándolo un hombre mientras acaricia la piel desnuda de una mujer que se halla tendida en una cama King Size con dosel. Iría palpando levemente, etéreamente, con una pluma de avestruz o de ángel, ya puestos, su meñique, que es la parte del cuerpo que es Kobon designa el número uno.

“Y ahora voy a contarte toda entera, amor”, le susurraría el amante al oído de la amada. Qué bonito. Le rozaría el anular, el dos; luego el corazón, el tres; el índice, el cuatro; el pulgar, el cinco; la muñeca, el seis; el antebrazo, el siete; el interior del codo, el ocho; el bíceps, el nueve; el hombro, el diez. Y, para contar más, se debe emplear la clavícula y el hueco que hay sobre el manubrio del esternón, la incisura yugular.

El campo de las paradojas semánticas lógicas también es amplísimo. Dicen en el libro Platón y un ornitorrinco entran en un bar que existen dos tipos de palabras: las que se refieren a sí mismas o autólogas, y las que no o heterólogas.

Algunos ejemplos de autólogas son “Corto” que es corta en sí misma, “Polisílabo” que también lo es en sí misma, etc. “Monosilábico” es una palabra que tiene mucho más que una sola silaba, así que es heteróloga. La pregunta que plantean es: ¿la palabra “Heterólogo” es autóloga o heteróloga? Si fuera autóloga, entonces es heteróloga…y si fuera heteróloga, es autóloga.

Los errores en la literatura, en la lengua, en la traducción también son necesarios. Cambian y enriquecen la imaginación. Provocan realidades espontáneas que difícilmente se habrían materializado siguiendo a rajatabla normas y valores. En el cuento de La Cenicienta de Perrault, el famoso zapato hubiera tenido que ser de “vaire” (un tipo de piel) y no de “verre” (cristal). Pero ¿a que queda mejor siendo de cristal?

Asi es la lengua y la literatura. Tiene mil formas. Tiene mil aplicaciones. Y así deberá ser siempre, por mucho que los dictadores de la lengua y la estética se empeñen en cortarnos las alas.

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