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A cup of fries...

Fue justamente en esta butaca, pero hace más de veinte años, cuando estaba viviendo lo mejor de mi vida en la secundaria. Habíamos decidido venir a comer unas papas y una hamburguesa al único McDonald's que había en Juárez y una vez adentro podías escuchar el ambiente juvenil que Miguel Mateos, los Enanitos Verdes y - por supuesto - los Hombres G le daban al lugar. Unas papas y un cuarto de libra. Era el dinero de la ruta de la semana, pero me valió una soberana madre. Yo iba a disfrutarla con mis amigos, pobre o no.

Nos corrieron por desmadrosos. Y no es que hiciéramos gran desmadre. Estábamos riéndonos a carcajadas por quién sabe qué chisme y luego comenzamos a tirarles papelitos embabados a unas tipas que nos cayeron mal por fresas. Luego, una madre de familia fue a quejarse y lo próximo que se es que vienen a decirnos muy cordialmente que nos largáramos -- a la chingada con todos. Y a carcajada limpia, nos retiramos... tal vez fue idea de  mi imaginación enferma, pero me gusta recordar que le aventamos hielitos a la concurrencia a manera de despedida. "De piores lugares me han corrido!" gritó nuestro chofer, el Antonio. Con ese modismo que sólo los niños ricos de los noventas pueden manipular a la perfección. Luego, nos trepamos al carro blanco y nos fuimos --- ahí termina mi memoria de ese día.


En la esquina me bajo y camino pronto por la callecita de atrás del McDonald's porque es el camino corto para llegar a  la escuela. Me pongo los audífonos y me dispongo a caminar cuando un tipo se me aparece en una gabardina y me enseña sus genitales. Yo grito y luego luego saco el espray de pimienta y se lo descargo --- no a la cara... sino a aquella asquerosidad de pene con pelotas que luego luego hacen efecto y el tipo se retuerce en el suelo. A grite y grite, yo le sigo descargando el espray hasta que ya no tiene y luego le despliego una serie de patadas... ahora a risa y risa. Me voy. Me rio durante todo el camino porque el otro se queda retorciéndose, maldiciéndome y diciendo que soy una descarada infame, que se le va a caer y quién sabe qué otra sarta de pendejadas. Pero es la última vez que me voy por ese rumbo --- y ahí termina mi memoria de ese semestre...

En la banqueta caminamos Ofelia y yo, salidas de la universidad caminando a encontrarnos con el camión. Venimos cansadas, pero una canta muy animosamente la cancioncita de "En la jungla tan imponente, el león rey duerme ya!" mientras la otra le hace los coritos. Todos los días nos venimos caminando desde ICB, con las mochilas a cuestas y los libros cargando; los uniformes blancos de cirugía y los cabellos recogidos. Ha de ser a finales de los noventas, porque luego nos soltamos cantando la canción de nuestra nueva serie favorita, Ranma 1/2 que dice "Wasurenai, kono sora wo, wasurenai, kono yume wo" y casi casi ponemos pose de que cantamos el himno nacional. Nos cuidamos una a la otra con recelo y aunque yo puedo tomar cualquier camión para llegar a mi casa, opto siempre por esperar el Eréndira para que Ofelia no se vaya sola. Total, tengo igual que tomar dos camiones, qué más da. Platicamos de la vida y de nuestros días, y cuando pasamos por el McDonald's siempre soñamos con unas papas fritas y un pay de manzana. Ofelia hace los gruñidos de Homero Simpson mientras dice "papas...." y yo me río, simplemente porque mis tripas hacen el sonido de fondo --- y hasta ahí llega mi memoria de esos días de universidad.

Hoy decido esperar a que den las ocho y entro a comerme unas papas. No había entrado aquí desde ese día que me corrieron por bandolera. El  lugar cambió por dentro y por fuera a uno más contemporáneo y tranquilo.... me pregunto si también nosotros hemos cambiado...

...... las papas, sin embargo, siguen igual.


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