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Wonsuponatime Act 4

Habían pasado años ya desde que aquella luz brillante iluminara el cielo nocturno, haciendo que los ángeles salieran de su escondite y convirtiéndolos en blancos perfectos para los cazadores que los esperaban. Observados ahora como objetos de valor en el mercado, los ángeles habían comenzado a darse cuenta lo que se sentía convertirse de pronto en una especie en peligro de extinción, y los demonios, riéndose de su miseria, habían comenzado a tomar el control del mundo que los emplumados alguna vez reclamaron en nombre de su Padre.

Jophiel recordaba con nostalgia los buenos tiempos.

Apenas sí se pudo arrastrar fuera del contenedor de basura en donde se había estado ocultando las últimas cuatro horas, percatándose de que su escolta o había muerto o había decidido que era mejor continuar sin ella. Honestamente, no lo culpaba si había tomado la segunda opción. Había sido herida severamente por uno de los cazadores, y ahora la sangre brotaba de la herida que tenía en la parte derecha de su torso, cubriéndola con un trapo sucio y viejo que se había encontrado por ahí. Sus alas estaban dañadas, arrastrando una y prácticamente desprendida la otra, pero el dolor ya comenzaba a adormecerse, lo cual quería decir que realmente no tenía mucho tiempo. Sus ojos cafés observaban sus alrededores, asegurándose de que no hubiese cazadores cerca que hiciesen de ella un trofeo, caminando torpemente y deteniéndose en la pared húmeda del callejón, cada vez sus heridas lo hacían más difícil tomar el aire que su cuerpo necesitaba para seguir con vida.Siempre quiso saber lo que se sentía ser uno de ellos, de los monos parlantes y curiosos que vigilaba desde su puesto. Ahora, gozando de plena sensación de dolor, pensaba en que los monitos eran mil veces más resistentes que los ángeles pues ellos se enfrentaban a esto una y otra vez.

Se detuvo y vio hacia arriba para asegurarse de que no hubiese algún tirador en el techo de los edificios. El cielo seguía nublado luego de tres semanas y media, y en ese momento se preguntó si tal vez los rumores de la muerte de Miguel habían sido ciertos pues nadie lo había visto o había sabido algo de él últimamente. Al último que ella había visto había sido a Rafael en las ruinas de Cis-jordania, riendo con fuertes carcajadas y luego llorando mientras sostenía la cabeza de algo parecido a una criatura entre sus manos, sus alas ya ausentes y su ropa hecha harapos. Se recargó a la pared y lentamente se dejó caer al suelo, tratando de contener las lágrimas y sacando fuerzas de donde podía para poder llegar al santuario más cercano, en donde estaba segura que le brindarían agua, comida y ayuda médica para atender sus heridas, pero no harían mucho para brindarle lo que ella realmente necesitaba, que era esperanza de que esto terminara pronto. Tal vez Metratrón tenía razón al decir que Dios ya no estaba con ellos y que los había dejado solos para lidiar con esa guerra celestre que él y Lucifer habían comenzado.

Jophiel no puso resistir más. Su cuerpo se rindió justo cuando unas manos estuvieron ahí para pescarla antes de que tocara el suelo. Sus ojos cansados lograron ver a la figura que la sostenía y cuyos ojos la miraban con compasión.

- ¡Jophy! – escuchó su voz. Sonrió, llevando una de sus manos sangrantes hacia el rostro de aquel que la reconocía.
- Mi Danká – dijo tocando el rostro del otro suavemente. Se volvió a ver al otro joven que se inclinaba para revisarla.
- Ha perdido mucha sangre – dijo con voz gruesa. No lo reconocía, pero sabía que no era malo pues el aura que expedía se lo repetía una y otra vez.
- Un santuario está casi a la vuelta de la esquina – dijo Danká tomando a Jophiel entre sus brazos y cargándola. Su compañero avanzaba a su lado, ambos moviéndose cautelosos entre las calles. Jophiel se sonrió. Estaba segura, se decía, entre los brazos de Danká.
- Así… - dijo suavemente al sentir que lentamente el dolor de su espalda se resbalaba y una paz intensa comenzaba a invadirla – esto debe ser el paraíso.



TBC....

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