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Wonsuponatime Act 6

Una casa-trailer avanza por la carretera Juárez-Chihuahua con la esperanza de arribar a la dichosa ciudad fronteriza antes de que la noche caiga sobre el paisaje desértico. Hasta este punto, el chofer tiene muy buen tiempo recorrido.

- Pronto llegaremos, - anuncia a la gente que trae atrás. - ¿Cómo va todo?
-¿Realmente quieres saber? - se escucha una voz femenina. Él libera una ligera risita irónica. Pero esa risita se apaga al momento que ve los trajes verdes y negros del retén de soldados al frente. Maldice en voz alta y golpea el volante. - ¡Tenemos problemas!

Una mujer salió por detrás de la cortina que separa la cabina del conductor del resto del vehiculo y toma el asiento del pasajero. - No te preocupes, - dice mientras se acomoda - Parecen amigables.
- Por estos días nada es seguro.

Les indican que muevan el vehículo a un punto de revisión y que apaguen el motor. Uno de los soldados se acerca a la ventana del conductor y hace señas para que la abra.

- Buenas tardes - saluda con voz firme el militar - ¿A dónde van con tanta prisa?
- Vamos pa´Juárez y queremos llegar antes de la cena, - dice el muchacho con una sonrisa franca. Aunque habla perfecto español, hay un acento ligero en su forma de hablar que le dice al militar que el muchacho no es del país. Sin embargo no les pide nada y les hace una seña de que avancen.
-¿Lo ves? - dice la muchacha - Tenemos protección... Nos tocaron ángeles.
- Ese es el problema - dice el joven nerviosamente. Está claro que no estará a gusto hasta que lleguen a su destino, piensa su compañera. Al alejarse del punto de revisión ella regresa a la parte trasera de la casa móvil. De pronto siente que se detienen y antes de poder ir a ver lo que ocurre, las cortinas se abren y dos ángeles apuntan sus armas energéticas hacia ella y los otros tres que vienen en la parte trasera, protegiendo a un hombre joven que está postrado sobre la cama, respirando apenas y sudando profusamente. Un hombre alto y de cabellos negros se abre paso entre los dos ángeles.

- Todos relajados, no vengo a causar problemas. Quiero hablar con su... líder. Llévenselos afuera, - dice esto último a los dos guaruras quienes inmediatamente empiezan a jalonear y a empujar a los que vienen acompañando al tipo de la cama, quien se incorporó un poco para poder verlo de frente. Parecía una figura de cera, viendo fijamente al hombre aquel con unos hermosos ojos grises. El otro sacó un cigarrillo y lo encendió, - ¿Tú gustas? - le ofreció. No. - Raziel, te ves peor que mierda.- rió.
- Gracias.- respondió Raziel con voz que más bien era como un suspiro.
- Vamos al grano: dime dónde esconden al demonio, Raziel, y consideraré dejar vivos a tus embajadores de afuera.
- ¿Demonio? - Raziel rió dolorosamente - ¿De qué carajos.... me hablas, Camael? Yo... no hago... tratos con demonios....
- No me jodas, Raziel. Mi paciencia es muy limitada estos días.
- Me... han contado... Pero como puedes ver, mi querido Camael... mi periodo de vida... ya es muy corto.... así que... no me importa.... lo que hagas o no.... ni siquiera a mis.... embajadores.... como tan amablemente los has llamado...

Camael gruñó. Se movió tan sigilosamente como un gato hasta que llegó al lado de Raziel, tocando el rostro del arcángel con ternura y ojos que resplandecían de amor hacia aquel que recargaba su mejilla sobre la mano que le acariciaba. - ¿No lo extrañas? - le preguntó al oído, besando luego su mejilla - ¿La luz de nuestro padre? Yo sé que sí... tú más que nadie la extraña pues de todos nosotros fue a ti a quien le confiaba sus secretos... Todos lo extrañamos, Raziel... y todo lo que queremos es regresar a esa luz. Inclusive Lúcifer... Así que... ¿dónde está, Raziel? ¿Dónde han escondido a ese demonio?
- Yo no lo he ocultado - respondió Raziel viendo fijamente a los ojos de Camael - Puedes optar.... por no creerme... Y si me vas a matar... hazlo antes de que decida yo terminar contigo.... Tengo prisa...
- Lo sé... Tu luz está a punto de terminarse también - dijo Camael y sus ojos oscuros reflejaron la agonía hacia el arcángel postrado en el lecho - La de Azrael terminó hace un par de días. Todos lloramos su partida... pero yo lloraré la tuya día y noche, mi querido Raziel, pues de todos los arcángeles del cielo, eres el más hermoso para mi.
- Entonces déjame pasar, - rogó Raziel en voz baja.
- No puedo - dijo el otro antes de besar ligeramente los labios de Raziel. - Se lo he prometido a Miguel...

Raziel suspiró.

- Una promesa es una promesa.... - dijo finalmente con una sonrisa comprensiva.

Afuera, los dos ángeles tenían a sus prisioneros en un círculo, atados y de rodillas. Las mujeres lloraban y el conductor trataba de controlar su miedo por medio de gritos y blasfemias hacia las estatuas inamovibles aquellas. Cuando Camael salió empapado en sangre, hubo gritos y lloriqueos. Camael se detuvo a ver a estos cinco mortales con hielo de indiferencia en la mirada.

- Mátenlos, - dijo antes de seguir su camino hacia las dunas del desierto, desapareciendo lentamente mientras las voces eran silenciadas una a una...

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