Pues sí que nos ha sorprendido esta divina ciudad estas fechas. Nevadas, neblina, aguanieve, granizo y probablemente nieve otra vez. Yo estoy pillando de frío y mi jefe está pillando de coraje pero porque no habrá clases otra vez. Para la universidad eso se traduce a que los alumnos se hacen patos y no pagan y si ellos no pagan, ¿de dónde queremos que nos paguen a nosotros?
Pero al menos es café es rico.
La publicidad que se generó con eso del curso de T.K.T. ha sido tremenda. Es como tener un estatus de celebridad venida a menos. Y esto me trae a una historia que me gustaría compartir con ustedes.
Ayer fui a hacer algunos encargos por la ciudad. El último de ellos me llevó al centro comercial Misiones. Justo cuando estaba por estacionar mi vehículo, una camioneta de lujo abrió su puerta para que bajaran dos señoras y el joven que manejaba procedió a estacionar su vehículo enseguida del mío. Cuando salí, escuché un grito de alegría, "MISS RAINY!!!"
Pocos son los que me llaman así. Así que me volteo justo cuando el joven de la camioneta se baja con una sonrisa de mazorca y me abraza bien efusivo. Yo lo reconocí en seguida. Era Gerardo, uno de mis ex-alumnos del Instituto Campestre. Fue del primer grupo al que le di clases de inglés; él estaba en 6to de primaria y ahora está en 3ero de preparatoria. Estuvimos platicando un buen rato y me dio mucho gusto el saber que esta bien, que sigue insistiendo en ser músico y que sigue en contacto con sus amigos del colegio. No ha cambiado mucho. La señora -- una de ellas su madre -- se acercó a saludarme y entonces me dijo las palabras que tal vez sean lo mejor que me ha pasado en mi vida de magisterio:
"Ay maestra! Gerardo se acuerda mucho de usted y aprendió mucho con usted. Sabe? Mi hijo fue muy feliz en su clase..."
Y cuando un alumno se acuerda de uno aún después de casi seis años y te llegan esas palabras... son de esos momentos que sientes que te harán vivir feliz por el resto de tu vida.
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