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CONCURSO DE MICRORRELATOS ANTIFIESTAS DE NAVIDAD

Para cerrar el 2011, vuelve el concurso de fin de año para todos los amantes del microrrelato.

Bases: 


1. Podrán participar personas de cualquier nacionalidad y edad.
 

2. El tema de l concurso serán las Anfiestas Navideñas. Es decir, queremos que saques el Grinch que llevas dentro, el duende que se roba los regalos, el amargado que no pone árbol de Navidad, el  anciano insoportable del Cuento de Navidad de Dickens, antes de que lo visitaran los fantasmas, el incrédulo de los agüeros de fin de año.
 

3. El microrrelato no podrá superar las cien (100) palabras. Título incluido.
 

4. El microrrelato deberá ser enviado en cuerpo de texto a microcuentista@gmail.com con el asunto: ANTIFIESTAS DE NAVIDAD.
 

5. Al final del texto, el autor deberá firmar con su nombre y especificar su nacionalidad.
 

6. Se podrán enviar todos los microrrelatos que el concursante quiera enviar, pero solo uno por mensaje.          www.escritores.org
 

7. El plazo de envío culmina el 16 de diciembre de 2011.
 

8. El Comité Editorial de La Internacional Microcuentista se encargará de evaluar los microrrelatos y seleccionará cinco (5) finalistas y un (1) ganador, que serán publicados en su orden la última semana de publicación de la revista.
 

9. De acuerdo con el nivel de la convocatoria, el Comité Editorial se reservará el derecho de declarar desierto el concurso y de armar una antología digital con algunos de los mejores microrrelatos enviados al concurso.

Comité Editorial
Internacional Microcuentista
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V

En aterrador silencio el cazador seguía la pista. Ya con uno de los suyos herido de muerte y con el temor de ser encontrados, el jefe de la manada ocultaba a su lobenzo en la madriguera más cercana, dispuesto a lanzarse al ataque si aquel infame se acercaba más con el rifle de por medio. De pronto, sintió el movimiento entre sus patas y volteó: el lobenzo había tomado una rama de árbol en el hocico y con ojos fijos le decía sin miedo: "somos un equipo.... tú y yo saldremos vivos de esta..."

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IV

El ojo hinchado se le caia seguido de un rastro de pus mientras el olor nauseabundo penetraba cada rincón del lugar y desde la puerta, Nina pensó que tal vez era buena hora de enterrar a su conciencia.
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III

La muchacha portaba una sonrisa semejante a la de un gato de Cheshire... y eso, para un ángel, no podía ser nada bueno.
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II

Por las noches se escuchan sus susurros y sus melodías toman formas de burbujas que desaparecen entre los suspiros de los solitarios.
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I

Es mejor asi, pensaba con el alma: estar juntos aunque fuera por un momento, en vez de ver al mundo tragarse la luna y las estrellas caerse una por una.
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De la Luna y Otros Vicios On sale now at Lulu!!!

Finalmente, el libro De la Luna y Otros Vicios salio a la venta en Lulu. Proximanete se hara una presentacion publica en Ciudad Juarez, con un lugar y fecha por confirmar. Pero bueno, en Lulu podran tener acceso a un preview del libro! Y claro, si me hacen el enorme favor de comprarlo, me harian una persona muy feliz :D

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Norwegian Wood (Este Pajaro se Fue)

Sé que la chica frente a mí puede verme y todo lo que se me ocurre pensar es en que si habrá tostadas de ceviche para la cena. Y es que por alguna morbosa razón que ni Lennon podría explicar me encuentro sentada en esta cafetería, esperando con paciencia de santo ese momento, tú sabes, el momento justo cuando ves el túnel de luz, tu vida pasa por enfrente de tus ojos, te das cuenta del secreto, all the places I remember, yaddi-yaddi-yadda. Luego, la rutina de todos los años: sacudir, sacudir, mirar a todos rodear la masa de pulpa sanguinolenta tatuada en el concreto y esperar sentada en la esquina.

Pero todavía es temprano. Barrenderos limpian las aceras que hace unas horas estaban atestadas por la comunidad homosexual de la ciudad mientras que por otro lado oigo la voz cantar, háganle una rueda a Juana, y de nuevo mi cerebro divaga tratando de recordar por qué carajos compré aquel casete de Tropicalísimo Apache. Irónico, ¿no? que cuando estás en este tipo de situaciones no te acuerdas de nada y cuando ya te acuerdas ya han pasado dos, tres, seis años y sigues igual de jodido que antes, porque yo me acuerdo de haber comprado ese casete toda emocionada, pero ya no sé por qué. Christ! You know it ain’t easy!

I should of known better que ponerme blusa negra con minifalda roja: parezco señalética de mitin. Eso sí, when I’m sixty-four no quiero verme como la señora de la butaca de enfrente, toda arrugada y fumando como chacuaco… vestida como señalética de mitin, digo, se debe tener algo de dignidad a estas alturas del partido, ¿no? Oiga seño’, ¿qué no sabe de las leyes ecológicas? Apague su fábrica de cáncer plis, que quiero seguir viva siquiera un ratito más, que today is my birthday y no quiero andar tosiendo pulmones por todos lados que es bastante desagradable, si no lo sabré ya, ¿verdad? Y me mira con esa miradita asesina pero apaga el cigarro igual y mete sus narices en el periódico para pretender que no me recorta con tijera de peluquero.

Mi celular suena. Es Dios. Quiere hablar con Rati, me dice con todos los güevos del mundo. ¡Consíguele su propio pinche celular! le grito antes de colgar ante los ojos desorbitados de Kalavan y las carcajadas de Rati, mi ángel y demonio de la guarda respectivamente. Claro, puede hacer al puto mundo, pero no puede comprarle un amigo-pak a cada uno de sus subordinados. Suena de nuevo. Dios quiere hablar con Rati, por favor. Así las cosas cambian, le comento; así hasta la burra se deja montar, y toma Rati, te hablan por teléfono. Debería venir aquí más seguido, me dice Rati luego de hablar quién sabe qué con el tipo del teléfono; no me ha dejado en paz ni un momento desde que llegamos, hablando on and on de por qué no le gustan las fresas con crema y aah! Look at all the lonley people! Señala a los que venden periódico en la esquina mientras que Kalavan le dice que con semejantes actitudes con razón no obtiene las alas que tanto quiere; Rati se ríe y dice que si una sabandija como Kalavan puede tener alas, no sabe por qué él no puede comprarse unas, que él maldice y blasfema menos que Kalavan cualquier día de la semana and imagine I’m in love with you, y así se la pasan, flirteando uno con el otro hasta que eventualmente les ganan las ganas de fornicar y lo hacen ahí mismo, sobre la mesa ante la vista no muy emocionada de los otros, porque entre nos yo ya me acostumbré a estas escenitas. Deberías de verlos cuando realmente tienen ganas, le digo a uno que tiene toda la cara de ser novato en este asunto, es como ver Revolution 9 en tecnicolor y con esto termina de ponerse pálido y corre para devolver el desayuno.

Turn off your mind, relax que ya mero pasa lo que tiene que pasar hoy; la parte que más odio, cuando salgo del café y el camión se pasa un alto. ¡Oh por Dios! ¡Odio cuando las tripas se me salen así! ¡Es tan desagradable! Pero supongo que es algo que tengo que hacer cada año para recordarme que a la próxima debería usar calzones limpios y no andar enseñando semejantes vergüenzas delante de toda esta gente.
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Olor a Gardenias

No sabría decir cuándo comenzamos a sentir la ausencia de la señorita Nouvelle. Tal vez fue desde que dejamos de escuchar sus gritos por el corredor, o el clic-clac de sus zapatos charoludos que había comprado en quién sabe dónde y a quién sabe cuánto. O a lo mejor fue cuando ya no la vimos pasar por el salón en ese vestido pastel, oliendo a gardenias.

Recuerdo perfectamente el día en que la señorita Nouvelle atravesó por la puerta del tercero “C” para darnos clases de Francés. Era un Jueves y acabábamos de ver la tabla del 9, aventándole papelitos enbabados al nerdo del Carlos porque se las supo todas y nos pusieron como campeones gracias a su cucharota. Había algo en la señorita Nouvelle que no se miraba del todo bien, como que le faltaba color a su caricatura o algo parecido.

- Ya nos cargó el chango – dijo el Pepe. Y todos estuvimos con los ojos pelados durante el resto de la clase, nomás repitiendo el “wi-wi” cada vez que nos preguntaba algo. A la salida, cuando estábamos en la bola, la señorita Nouvelle pasó al lado de nosotros.

- Au revoir! – le dijo al Gordito Flores con una palmadita y una sorisita. El Gordito Flores nomás tragó saliva. Esa fue la última vez que vimos su cara redonda.

Y así, uno a uno fueron desapareciendo, por eso digo que tal vez la dejamos de ver cuando los niños dejaron de desaparecer aunque los que desparecieron (como el Tony, el Gusi, Adelaida, el Chivo, la Perra y el Gordito Flores) ya nadie los vio, ni siquiera en su colonia.

Hay quien dice que sus bicis aparecieron en el basurero como dos semanas después de que la señorita Nouvelle se fuera para siempre de esta escuela, pero nada es seguro. Lo que sí es que ya pasaron más de treinta años y todavía es hora de que no puedo dormir con la luz apagada.
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La Que No Me Deja Dormir por las Noches

Si tan sólo supieras que, al llover, recuerdo las tardes tranquilas de tus ojos, no me torturarías con tu voz ni con tu llanto. Viviría en plena libertad de mi alma, volando hacia el abrazo celeste mientras suspiro y respiro recuerdos melosos que sólo tu alma es capaz de descifrar paulatina y amorosamente.

Si tan sólo supieras que, al amanecer, me vienen a la mente tus ardientes caricias nocturnas, no me arrancarías cada pedazo enamorado de mí ser. Humedades que se me despiertan en medio de las noches desde tu partida, necesaria para la supervivencia de mi dignidad, pero que no hizo nada para rescatar mi cordura de las garras de la total y más depravada locura.

¡Dioses amado mío! ¡Si tan solo supieras! ¿Por qué todavía no te has dado cuenta de que no puedo intentar olvidar tu sonrisa, tu mirada, todo lo que, enamorado, bajo los árboles de cerezo, me regalaste?

Y si tan sólo… Si tan sólo supieras que, al llorar, todas las imágenes de cada detalle de tu ser reviven en mi piel, no me preguntarías una y otra vez, con tu voz que no me deja dormir por las noches:

- ¡Hija de tu repinche madre! ¡¡Confiesa!! ¿¡En dónde chingados dejaste mi cadáver!?
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CAFÉ GUAJIRO

- Este café está aguado…

Y ya está. Con esto siempre empezamos una conversación que tenemos todos los Martes desde hace 20 años, los mismos que tenemos viéndonos desde todos los puntos de la intimidad. Como siempre, te diré que no seas exagerado, que sólo tiene un día de viejo, aguado cuando son dos o tres días y tú me dirás con esos aires que te cargas que el café fresco sabe mejor, como el que te daban en tu casa. Me voy a reír de tu cara y te voy a decir que si estás hablando del café guajiro que te daban allá en chinches bravas, y tú, todo ofendido, me vas a decir que al menos son chinches bravas y no en una ciudad tan podrida como esta, que por eso estoy igual de podrido y gris, que le hace falta un poco de verde a mi bandera… O de la verde, te voy a decir y me voy a reír a carcajadas, diciéndote que la televisión te pudre el cerebro y tú (molesto por mi falta de seriedad) me vas a decir que ya no tienes cerebro qué pudrir y te vas a sumergir en el periódico de ayer mientras yo voy a ver por la ventana de esta cafetería a la gente que pasa y se nos queda viendo medio extraño. Te voy a decir entonces que deberíamos irnos de vacaciones, a la playa que estoy cansado de este desierto, ¿y por qué no a Aspen, a esquiar? Me vas a decir y yo te voy a responder que porque no me gusta la nieve a menos de que sea de vainilla, y tú – con una sonrisa lasciva (arte que te sale demasiado bien) – me vas a decir que también disfruto la que me cómo mientras me haces el amor y yo te voy a contestar que esa no es nieve porque la nieve es más espesa y sabe menos salada, y ya sabes que tú y yo ya estamos acostumbrados a nuestras leperadas como las que te vas a poner a decirme luego de un comentario como este, en tu afán de subirme la temperatura para llevarme a la cama sin esfuerzo luego de un pleito a golpes como el que tuvimos anoche.

- Y amargo – te respondo, sacándote de onda.
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La Metamorfosis

- ¿Fumas? – me preguntó con su aire de europeo venido a menos.
- Sólo cuando es estrictamente necesario – le contesté. Me ofreció uno de su cajetilla.
- ¿Y no crees que la ocasión amerita una necesidad estricta? – me dijo con una sonrisita lasciva. Y yo, de tarada, le dije que sí. Creo que ahí empezó mi metafórica historia, y si no fue ahí tuvo que haber sido en el momento en que su cigarrillo tocó el mío para encenderlo. Gracioso, ¿no lo crees? Mi madre me dijo que los vagos no dejan nada bueno y la prueba es que aquí estaba este, con su gabardina negra y su mirada de James Dean, sonriéndome hasta con los ojos y yo sintiendo cómo la dizque testosterona que siempre me habían admirado mis amistades se iba, derechito por el sendero de la mariconada segura.

Mis amigos siempre me conocieron con el apodo de “Joe-Man” porque decían que yo de mujer tenía la pura entrada; porque de la cintura para arriba estaba más plana que cualquiera de ellos y eso ya es decir algo. Por eso, cuando me les planté enfrente con mi copia pirata de James Dean, no dudaron en llamarme “mariquita sin calzones” hasta que eventualmente se hartaron de la cancioncita (como tres años después) y comenzaron a preocuparse porque aquí estaba yo, usando maquillaje y zapatos de taconcito con florecitas enfrente, poniéndome mascarillas por la noche y cuidando la figura. Y en medio de mis transformaciones estaba este sujeto que hacía que mi sol saliera, se ocultara mi luna, y toda esa bola de cursilerías que le dan pensar a una mentecuata como yo cuando se está en semejantes circunstancias.

El caso que viene al tangente es que la noche del día 18 mi amigo Oscar “El Gordito” Flores salió de un lugar de dudosa reputación que se encuentra escondido entre los rincones subculturales de la Juárez, muy bien acompañado de su novia y dos amigas ya pasadas de copas, que – por cierto – iban cantando por toda la calle y a todo pulmón una de Mecano más desafinadas que los charros de la calle. Y entonces El Gordito vio a mi peor-es-nada salir de otro antro, muy de la cintura de una chamacota de aquellas que le contaban sus revistas porno que escondía muy bien debajo de su cama para que su abuela no las encontrara (porque entonces sí que se infarta la viejita), a beso y beso, casi fajándosela en el callejón, y toda la cosa. Mi amigo (que es bien mi amigo) pa’ pronto se regresó con la bola que había dejado atrás en el antro y pa’ pronto que se arman pa’ venir a darle sus chingadazos al pirujo este, porque nadie le pone los cuernos a ninguna de sus amistades, mucho menos a La Joe-Man, y sin darle explicaciones me lo dejaron peor que palo de gallinero cuando “la tipa” lo dejó solito para ir por su bolso olvidado en la cantina de la que acababan de salir.

Casi se las parto.

- ¡Ay pos cómo íbamos a saber, si nunca te vemos de vestido! - me dijeron con toda la cara de inocencia al intentar darme explicaciones de sus actos.
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