Cae la lluvia por la ciudad y parece que cayera para alejar las penas, alejar los comentarios y alejar las malas influencias de la gente. Cae la lluvia y la gente corre para que no se moje, salta para evitar los charcos, se asombra al ver el cielo nublado de una ciudad que ya no sabe que hacer para entretenerse.
No somos de los que nos gusta ver llover últimamente. Como que nos agarra la depre y preferimos estar dentro de la casa, viendo televisión y comiendo tortillas de harina con cafe. Ya no nos gusta ir a mojarnos en el agua que cae del cielo porque dios sabe que eso ya no es agua -- es una extraña combinación de aceite, acido y cuanta madre se nos ha ocurrido aventar al ambiente.
Hoy es un dia lluvioso y me ha dado por pensar en los muchos ayeres que cargo en la mochilita del bagage psicológico esa que todo el mundo carga y que nadie habla de ella. Tantas cosas que me gustaría descargar pero que luego me da remordimiento de conciencia hacerlo. Y eso de seleccionar lo que carga una no esta en la lista de posibilidades, porque una no puede seleccionar sus ayeres, asi como no podemos seleccionar nuestros mañanas. Que hacemos, entonces, si no es que recordamos y nos reimos de lo que creíamos seria "el fin del mundo"? Que hacemos, si no es recordar a las personas y pedirles disculpas por las situaciones que nos hicieron enfrentarnos y despedirnos? Que hacemos, si no es recordar viejos amores y preguntarnos la clásica, "que hubiera pasado si..."?
Mi madre se pone nostálgica igual que yo cuando llueve asi... Se le ocurre decirme que este clima le recuerda a su natal Londres y yo me pongo a imaginarme que tal vez su alma recuerde lo que no quiere contarme. Me inspiro entonces a escribir este cuento.
The Voice of Summer
But I can see you-
Your brown skin shinin in the sun
You got your hair combed back and your
Sunglasses on, baby
And I can tell you my love for you
Will still be strong after the boys of
Summer have gone
- Don Henley
It was summertime. And if I want to be all poetic here, I could tell you that it was in the middle of July, but it wasn't. It was June. It must of been a blessed day because the clouds covered the sky and for the first time in a long time, rain was threatening to fall upon us. And I could see you --- standing on the edge of the street and leaning against the hood of my car, your curly, blonde hair brushing against the wind. It must of been something in the air that took you back to the yesteryears of your youth, and as I stood on the doorframe, I wondered who did you see, whose voice were you listening to, which memory came to you first. I didn't want to disturb that.
Yet, you opened your eyes, turned to me, and smiled as you turned back to the wind, your eyes closed once again.
"Come and smell the sea breeze," you said.
The sea. Oh, mom! You left your heart and soul in the sea, I thought to myself as I opened the car's door and placed my school bag inside.
It was summertime. And if I want to be all poetic here, I could tell you that the sea breeze was blowing through our hair that afternoon. But the truth is that we live in the middle of the desert... and the closest thing to the sea is the painting that hangs on my mom's bedroom wall.
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