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El Lugar de Todas las Cosas Salvajes 4

EL LUGAR DE TODAS LAS COSAS SALVAJES
IV
El Lugar de la Fiesta


Tardaron su buen rato en cruzar la cordillera. Hubo momentos en que fueron perseguidos por lobos, otros en los que se perdieron y se la pasaron dando vueltas alrededor de una misma montaña, otros en los que dejaron a Tasha dormido y siguieron su camino porque el condenado realmente era una perita en dulce; le gustaba contarle las pecas a Leyb porque era el que se enojaba (cuando lo quiso hacer con Devon, este le dijo que tenía exactamente trescientas setenta y cuatro, lo cual lo hizo menos divertido) y una vez casi le muerde el dedo (poco le faltó, pero Tasha tenía reflejos rápidos y luego estaba atacado de la risa y rodando en el piso). Devon solo rodaba los ojos y decía “¡ay estos niños!” mientras que Beau e Irasumi simplemente se encogían de hombros y seguían limpiando las fresas silvestres que juntaban durante el camino y antes de ir a la cama. Beau alcanzaba las que estaban sabrosamente por encima del alcance de Irasumi y cuando se pusieron a bajar las frutas de los árboles, la chiquilla casi se quiebra la cabeza porque Beau (sin medir su fuerza) la aventó demasiado fuerte y no logró mantener el equilibro. Afortunadamente para ella, Leyb estaba debajo del árbol y le sirvió de colchón (o paja, como quiera que le quieran llamar al evento).

Cruzaron salvos la cordillera y se vieron frente a una pradera que parecía no tener fin.

- ¡Tú dijiste que era un bosque que era un desierto! – exclamó Irasumi apuntando a Devon con el dedo - ¡Mientes! ¡Tú y tu libro mienten!
- Tal vez sea una edición vieja – dijo Devon sacando el libro.
- O tal vez nos fuimos por donde no debiéramos – dijo Tasha viendo por encima del hombro – Aquí dice que este prado está al Este de la meseta.
- ¡Pinche brújula de poca madre! – exclamó Devon tomando la brújula y arrojándola contra el suelo.
- ¿Y ahora? – preguntó Irasumi. Tasha había tomado el libro.
- Podemos seguir al frente. Esas montañas que se ven desde aquí son las que rodean a Ciudad Divina.

El prado era de color amarillo y rosa, con pastos largos que se mecían con el viento y parecieran peinarse con cada brisa. A lo lejos vieron una pequeña parvada de dragones despegar (Beau los llamó Yux y dijo que eran pequeños e inofensivos). Lejanos se miraban los picos de las montañas nevadas, mismos que (de acuerdo a Beau y a Devon) deberían cruzar pues al otro lado se encontraba Ciudad Divina. Pero resulta que si veían todos esos picos a lo lejos desde una de las montañas de la cordillera, resultó que cuando bajaron a la pradera los famosos picos ya no se miraban, lo cual les dio el mal presagio de que aquellos picos estaban más lejos de lo que se pudieran imaginar.

- Y ya nos comimos a una de las bestias – observó Tasha viendo a la bestia restante, misma que venía cargada con leña y carne seca.
- Además de que seremos blanco fácil – dijo Beau viendo el panorama – Al menos en las montañas teníamos las cuevas y los árboles para escondernos, aquí no hay nada.
- Tengamos pensamientos positivos – dijo Leyb – Nada nos va a pasaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Esto último lo dijo mientras caía por un agujero que al parecer había estado oculto entre las hierbas. Todos se acercaron al hoyo, el cual era lo suficientemente grande como para que inclusive Beau cupiera sin dificultades. Ya no se escuchaban los gritos de Leyb.

- ¡Leyb! – gritó Devon, pero no recibió respuesta. Sin consultarlo, se aventó al hoyo y antes de que la pudieran detener, Irasumi fue tras ellos. Tasha vio al centauro, quien se encogió de hombros y fue tras la nena.

Devon aterrizó sobre Leyb, ambos pudieron cachar a Irasumi y apenas si pudieron apartarse para que Beau y Tasha no los aplastaran. Estaban en un túnel.

- ¿Otro de los de Llaves? – dijo Devon viendo a su alrededor una vez que estuvo claro que todos estaban en una sola pieza.
- No creo – dijo Irasumi – Este se ve más cuidado…

Avanzaron un poco cuando comenzaron a escuchar música. Los ojos y el rostro de Leyb se iluminaron.

- ¡Devon! ¡Devon! ¡Por tu madrecita santa que nos parió! ¡¿sabes dónde estamos, por todos los cielos?! – exclamaba mientras estrujaba al pobre de su hermano.
- Au… Au… no… (y no estoy tan seguro de que mi madrecita era toda una santa ahora que lo mencionas)
- ¡Partyman!

Todos corrieron hacia el origen de la música. El túnel daba a una entrada resguardada por dos individuos hechos piedra con cara de pocos amigos y una cortina de luz plateada que caía como una cascada silenciosa.

- No nos van a dejar entrar – dijo Devon casi decepcionado.
- Pero si Partyman viene aquí o nos da su permiso desde dentro, entonces no tendremos problema alguno – dijo Leyb con cara de pingo.
- ¿Quién es este tipo? – preguntó Irasumi.
- Partyman es el hombre fiesta – explicó Beau sonriente – Su lugar es como un recinto neutral: ángeles, demonios, mortales, y todo tipo de criaturas mágicas son bienvenidas si encuentran una de las siete entradas.
- ¡Es individuo es una pinche leyenda! – exclamó Tasha entusiasmado – Dicen que está protegido por Ravana, inclusive que la barra es la misma que el Dios tenía cuando todavía vivía en la Casa de los Dioses. Partyman goza de privilegios con este Dios que ni sus seguidores más cercanos tienen.
- Es del tipo de personas que te encanta odiar por su buena suerte – dijo Devon – Danká le tiene envidia.
- ¡No puedo esperar en conocerle! – exclamó Irasumi saltando de la emoción.
- Lo que vamos a hacer es un intercambio de información – dijo Leyb con una chispa diabla en los ojos. Hizo señas a Beau de que se acercara y le susurró algo al oído. El centauro luego lo miró frunciendo el ceño.
- ¡Eres un enfermo! – exclamó.
- ¡Tú dile eso y que jamás se lo dije a nadie hasta ahora, y verás que nos da permiso! – exclamó Leyb. No muy convencido, Beau entró por la cortina de luz, dejando a Tasha como niñera oficial y con todas las ganas del mundo de tomarse un trago en tan legendaria barra.

El lugar era enorme. Tenía pisos que reflejaban un lago (pareciera que estuvieran caminando sobre el agua). Tenía varios niveles, todos alrededor de una gran barra en forma elíptica al centro. Al norte, el gran escenario con pasarela que llegaba a pocos metros de la barra. Las mesas estaban llenas y eran atendidas por lindas ninfas que iban con sus charolas de un lado a otro. La banda tocaba animosamente, haciendo que el lugar tuviera una vibra indescriptible de armonía. Beau se acercaba a la barra admirando cada rincón del lugar, cada detalle, desde las figuras de elefantes en las paredes, danzando con sus trompas al cielo y envueltos en viñedos, hasta los grabados del escenario, la pasarela y la barra. Al llegar, un individuo con sonrisa carismática fue quien le atendió.

- Nunca te había visto por aquí – le dijo – Usualmente los de tu raza no acostumbran visitarnos. Bienvenido. Mi nombre es Licor, ¿qué vas a tomar?
- Mucho gusto, mi nombre es Beau. Busco al hombre en persona.
- ¿A Partyman? – Licor apuntó al escenario, en donde un sujeto vestido con un traje de pantalón y saco color vino, cabello verde vibrante y mitad de su rostro pintado de blanco (labios rojos) bailaba y cantaba tocando una guitarra que tenía la figura más extraña que Beau hubiese visto – Es la última canción – dijo Licor – Luego de eso bajará por la pasarela y le diré que un centauro quiere verlo. Le agradará eso. Mientras tanto, ¿cuál es tu veneno?
- Cerveza.

Licor cumplió con su palabra. Al momento de bajar al otro lado de la barra por la pasarela, le dijo a Partyman que un centauro deseaba hablar con él y el hombre fiesta, con un caminar que derrochaba confianza, se acercó a donde Beau estaba esperando con ansias.

- Me dice mi muchacho que quieres verme. ¿Beau es tu nombre?
- Sí señor. Vengo por parte de una encomienda, verá, hay tres lepes afuera que quieren verlo.
- ¿Niños? – Partyman frunció el ceño – No me gustan los niños, por eso no los tengo.
- Pero estos niños son especiales. Uno es bastante enfermo – le hizo señas de que se acercara para luego susurrarle algo en el oído. El rostro de Partyman se tornó alarmado y alejarse exclamó.
- ¡Eso es enfermo!
- Se lo dije. Me dijo que le dijese eso y que usted sabría de quién se trataba, que porque jamás se lo dijo a nadie hasta ahora (por necesidad, se lo aseguro).

Partyman se quedó pensativo un momento. Luego, apretando los puños, siseó como para sí:

- ¡Miztli!

Afuera, los cuatro alegres compadres (comadre incluida) esperaban el dictamen. Cuando vieron a Beau regresar e inclinarse para darles el paso, aplaudieron con emoción.

- Dice que quiere verlos en el privado – dijo el centauro antes de que pasaran.

El privado estaba bien oculto entre las figuras de los elefantes, sin embargo Leyb y Devon sabían por donde iban. Seguidos de Irasumi, entraron sin ser vistos mientras que Tasha y Beau decidieron quedarse a disfrutar del momento a la vez que un talentoso pianista tomaba acción en el escenario y comenzaba una pieza de bossa nova.
El privado estaba equipado con todo hasta con jacuzzi y fuente de vino. Tenía una gran cama de cuatro postes y una mesa de negocios con sillas de respaldo tan grande que pareciera que llegaran al techo. Al asomarse por la ventana, se percataban de la ilusión: estaban muy por encima de los niveles, con un hechizo que impedía que la gente de afuera se diera cuenta de que eran observados desde la planta alta. Sobre la mesa estaba servido un servicio de galletas, quesos, sándwiches y jamones que no pidieron permiso para ser engullidos por los tres hambrientos que casi sin que dijeran “agua va” comenzaron a comer.

- Como los puercos, ustedes tres derechito pa’ la engorda – escucharon a Partyman cuando éste entró a la habitación. Venía cargando con un cofre de madera que colocó sobre la mesa antes de ir a saludar a los chiquillos – Bonito volverlos a ver, aunque he de confesar de que nunca me imaginé que en estas condiciones. Lo último que supe de ustedes dos era que uno se había suicidado y que el otro estaba de niñera en Khoriean.
- El suicidado soy yo – dijo Devon – El niñera fue aquel…
- ¿Y la señorita? – preguntó Partyman tomando asiento junto a Irasumi y frente a los dos chicos, jalando el cofre hacia sí.
- Ella es Irasumi – dijo Leyb – Primera vez de visita.
- Encantado, madmoaselle – con esto le dio un beso en la mano.
- Ya me contaron lo de la reencarnación – dijo ella sonriendo luego de que Partyman le besara la mano – Aún me parece algo increíble, pero eso explicaría el por qué son como son.
- ¿Y qué los trae por aquí? – preguntó Partyman.
- Vamos a la Ciudad Música – respondió Leyb – Nuestra madre nos dejó en Phoeb por seis años y hace poco nos llegó esta carta – dijo sacando la carta de la bolsa mágica y entregándola a Partyman, quien la tomó para leerla – diciéndonos lo de nuestro apá, aunque la identidad de nuestra madre es todavía un competo misterio. ¿Se te hace conocida la letra?
- No – dijo Partyman – pero el papel – lo olió – es una especie de árbol que sólo se da en las partes nevadas de Khoriean… ¿cómo se llamaba la ciudad? ¿Merie? ¿Merienda?
- ¿Merea? – preguntó Devon extrañado.
- ¡Eso! Merea. Así que su madre debe ser de por esos rumbos. ¿Qué más les dejó? – preguntó. Sacaron el estuche, el libro y el arco. Partyman examinó cada uno de los artefactos con cuidado.
- El libro no tiene pierde – dijo – Este libro era de Alacrán, si hasta firmado está. ¿Saben quién fue Alacrán?
- No – se apresuró a decir Irasumi antes de que los otros dos dijesen que sí y ella se perdiera del chisme (como de costumbre).
- Alacrán fue la madre de tu padre. Ella se casó con el hermano menor de tu tío Heavy y tuvieron dos hijos, tu padre y tu tío Litch, que ahora es un demonio, ¿se supieron el chisme? – preguntó viendo a los otros dos, quienes movieron negativamente la cabeza – Pos sí; se volvió demonio, y de los chingones no crean que así nomás por encimita, ¿eeh? Mucho se rumora de que es el sucesor de Itzy-Ky en la Legión Oscura y ya te imaginarás como anda el clan Rock con esa noticia (de por sí la Reina los tiene como de lo peor). El caso es que tuvo a esos dos y luego murió. Aik y Litch tendrían como cuatro o cinco años cuando eso pasó.
- ¿De qué murió?
- Dicen que de tristeza – dijo Partyman – Pero yo digo que era su tiempo. Digo, Alacrán era mortal después de todo y tuvo hijos de un ángel musical, fue como si le mocharan mitad de su vida ahí mismo. Bueno, el caso es que este libro es de ella. A ver, el arco… - dijo examinando el siguiente objeto – Muy interesante… Es de nitril, muy valioso – hizo como que apuntaba una flecha y el objeto adquirió un tenue brillo rosado – Justo como lo sospeché – dijo dejándolo sobre la mesa y apuntando a unos símbolos en el centro del arma - ¿Ven eso? Este arco es de manufactura especial, muy probablemente fue hecho sobre pedido o como un regalo especial. Divatox es magnífico fabricante de armas pero sus creaciones sólo son dirigidas a aquellos que realmente merecen una de ellas. No a cualquiera se las hace y las armas que fabrica tienes exclusividad, es decir, sólo los dueños de estas pueden reclamarlas y usarlas. Dicen que es tan bueno, que probablemente por ello Shringaverha lo mantuvo a su lado como su segundo en mando por tanto tiempo, hasta que eventualmente Divatox lo derrotó en combate y tomó su lugar.
- ¿Quién es Shringaverha? – preguntó Irasumi.
- Era el Dios de la Guerra en tiempos de Atlián, osea, hace muchos (muchos) siglos. Divatox eventualmente lo derrotó, ocupó su lugar y hasta la fecha nadie lo ha podido derrocar, pero Divatox sabe que el día llegará y para él es así como que un sueño que sea con el sable de alguna de sus creaciones. Este arco es una de esas creaciones y ese símbolo es prueba de ello. Ahora, ¿quién es el dueño?
- Mi madre me lo dejó a mí – dijo Leyb, sintiéndose de alguna manera importante.
- Entonces este arco no es de nade más que tuyo, es decir, Divatox lo hizo exclusivamente para ti.
- Entonces no somos del todo mortales – dijo Devon viendo a sus hermanos.
- El estuche… - dijo examinando el siguiente objeto. Adentro, las pinturas seguían intactas; cuidadosamente las sacó al igual que los pinceles, los cuales fueron su punto de análisis – este estuche es especial. ¿Ven esto? – dijo señalando un diminuto grabado en los mangos de cada pincel – Es un sello Real. Cada Reina Khorieana tenía el propio.
- ¿Quieres decir que el estuche es de ---? – comenzó a decir Devon sin terminar su enunciado.
- Universo de Khoriean, la Reina más querida por todos en Khoriean – dijo Partyman. Parecía que más bien sus palabras iban dirigidas a Irasumi, quien lo miraba con una mezcla de fascinación e intriga, recargada en sus codos con el oso ya sentado sobre la mesa como si también estuviera poniendo toda la atención del mundo – Ella fue el gran amor de Aik. Fue la madre original de estos dos – señaló a Leyb y a Devon con el dedo – y de su hermano, Kube. La de ella y Aik ha sido la historia de amor más grande que se haya visto. Hay uniones que simplemente son porque así deben ser, ¿me entiendes? (Irasumi movió afirmativamente la cabeza con lentitud) y la de Aik y Universo había sido, desde muchas vidas anteriores a esta… y tal vez seguirá siendo, uno nunca sabe. El caso es que esos dos se amaban con pasión y locura. ¡Demonios! ¡La tierra temblaba cuando hacían el amor! Cuando Universo murió, Aik se perdió. No fue el mismo, ¿miento? – vio a los chicos y estos confirmaron lo que Partyman decía – y cuando Kube tomó el trono, aquello fue un completo desmadre. Hubo muchos que no querían a Kube en el trono, hubo otros que sí… el caso es que este estuche era de Universo… pero… - dijo ensimismado viendo el estuche de arriba abajo. De pronto, se detuvo en la base y analizó detalladamente lo que encontró – Este grabado – dijo Partyman mostrando la base del estuche a los chiquillos - ¿lo reconocen? Es la firma que Litch Rock solía poner en todos los instrumentos que creaba. Si mal no recuerdo, este estuche Litch se lo dio justamente aquí a Universo… y fue el único regalo que Litch le hizo.
- Pero si Universo amaba la pintura, ¿por qué siguen intactos los colores y los pinceles y todo? – preguntó Irasumi.
- No lo sé. Tal vez nunca tuvo la oportunidad de usarlo.
- Pues vaya que si hay historia en este asunto – dijo Leyb. Partyman acercó el cofre que había traído consigo más hacia el centro - ¿Y eso?
- Hace tiempo, antes de todo el desmadre que se armó en Khoriean hace como nueve o diez años, su hermano vino a hacerme una visita. Al principio pensé que estaba ebrio o muy arriba… o un extraordinario combo de los dos. El caso es que me deja esta caja y me dice que la tengo que entregar a sus hermanos. Yo le recordé que sus hermanos estaban bien enterrados y toda la cosa (y tal vez hubo un momento en que le pude haber dicho que era su culpa, sí), pero él me dijo que ustedes vendrían.

Abrió el cofre. Dentro estaban un estuche de violín, uno con una flauta, cuerdas para guitarra, una boquilla de saxofón ya algo oxidada y varios pergaminos, uno de los cuales leía “Aik”. Debajo de todo eso, estaba un libro de pastas viejas y un candado oxidado, mismo que Devon tomó y comenzó a verlo por todos lados. Irasumi vio la caja con la flauta y la abrió; el instrumento estaba hecho de un material semejante al cristal y era hermoso, adquiriendo un brillo azulado con el reflejo de la luz, con letras grabadas en caligrafía artística por todo su cuerpo. Algo dentro de sí le decía que el instrumento debió haber sido hecho con todo el amor del mundo.

- Es de Aik – dijo Partyman tomando el instrumento de las manos de Irasumi con delicadeza y observándolo un tanto maravillado – Universo se la regaló el día de su boda; pensamos que estaba perdida para siempre.
- Este ha de ser para mi apá – dijo Devon al ver el pergamino con el nombre de Aik, colocándolo dentro de su bolsita. Leyb había tomado otro de los pergaminos.
- Es una carta para nosotros – dijo mostrando uno de los pergaminos. Casi al instante le rompió el sello de cera y lo abrió, apresurándose a descifrar los jeroglíficos que Kube llamaba “letra”.

“Mis keridos ermanos (y quien sea que venga como el tercio, esa si no se ni ke pex):
Si estan lellendo esto, es porke uno ya patie la cubeta antes d ver el prollecto terminado y dos, porke Partyman cumplio kon su palabra y les dio el kofre. Ya pa’ estas halturas del partido, habran d aberse eskapado d donde sea ke los allan puesto y estaran en kamino pa’ con el Jebi…”


- ¡Con semejante letrita, era el Rey de Khoriean, yo me MATE enseñándole a escribir, o sea, ¿cómo?! – exclamó Devon molesto.
- Ya está muerto, ya pa’ que te enojas…

“… con el Jebi. Ustedes regresaron del inframundo por acsiones del Vodka y mias, por eso sus memorias (en su mayoria) ban a estar intaktas. Sin embargo, no puedo decir lo mismo d sus poderes magikos; ai si ke me perdone medio mundo pero pos yo no le vi ke juera d vital importancia, esto no kiere decir ke no la tengan, nomas ke la tienen dormida… la magia, claro esta. Haprovechando ke el Aik es bien koskolino, haprovechamos una ke otra d sus balas pa’ ke esto diera resultado – son mitad angel musical y mitad Oris…”


- ¡Mi amá era una Oris! – exclamó Leyb entusiasmado.
- ¿Qué es eso? – preguntó Irasumi.
- Los Oris es un clan al mando de Yatavas – explicó Partyman – En Alitán, Yatavas es considerado el Dios del Sol y los Oris son sus asesinos predilectos. Si su madre era uno de los Oris, entonces quiere decir que ustedes son mitad Ángel Musical y mitad Ángel Divino.

“…pero komo parte del trato kon la tipa era d ke se kedara en el anonimato, pos ai’ si ke nomas su apa sabra si les dise o no… o si es ke se akuerda, porke bolvemos a lo de koskolino… el kaso es ke los ogjetos ke están en la kaja son todos suyos, menos la flauta, esa ya sabanas pa’ kien es. Deberia ponerme todo melodramatiko en este punto d la karta, porke todo el mundo sabe ke ese es mi mero mole, pero kreo ke ya tienen drama pa’ ke les dure toda la vida. Espero en dios ke haprovechen la oportunidad, tomen esto komo un “lo siento por todas las pinches majaderias y pendejadas ke hice d mi vida, d la suya y d la d todos los demas, ke ya estare pagando himpuestos donde kiera que me toke pagarlos”. Kuidense mucho a y el libro ese – es mejor ke nadie se entere ke ustedes lo tienen. Tal vez es buena idea entregarselo a la Heskrandi pa’ ke se los kuide. El libro tiene gran valor y algun dia alguien ba a venir a pedirselos y los ba a sakar de pobres (y si les toka la desgracia d vivir kon el Jebi ya sabran lo ke es ser realmente pobres jajaja). Hagan a kien buske el libro digno d su uso. Me gustaria decirles ke los kiero mucho y ke espero volverlos a ver algun dia, pero le prometi a Kalavan no bolver a decir mentiras en lo ke me keda d vida. Kuiden a su tio ke ya esta viejito y ya no esta pa’ emociones fuertes. Me saludan a su apá y ai’ visiten al Kalavan d vez en kuando, porke luego se le vota la kanika y luego aparte d pirujo, se pone d borracho y eskandalozo.
Kube.”

- No si mi hermanito era bien desgraciado a la hora de repartir el amor – dijo Leyb una vez terminada la carta.
- ¿Quién es Kalavan? – preguntó Devon y Leyb se encogió de hombros.
- Era el mejor amigo de su hermano – dijo Partyman – Dios del Tiempo y toda la cosa. Dicen que dejó el puesto y anda vagando por ahí, bien lo dice Kube, “aparte de pirujo, es bien borracho y escandaloso”. Mejor todavía, digo yo; se quedó a cargo Cronos y es mucho mejor en el trabajo… aunque tiene un pésimo sentido de dirección, pero para eso tiene a Nekathelet y a Itzbul.
- Gracias por el encargo – dijo Leyb metiendo las cosas al cofre para luego proceder a meter éste en la bolsita mágica – Ahora nos preguntábamos si podrías hacernos un gran, GRAN favor.
- ¿Otro? – dijo Partyman arqueando la ceja, recargado en una mano.
- Quisiéramos saber qué tan cerca de la Ciudad Música nos puedes dejar.
- No mucho – dijo Partyman con un suspiro – Desde que la Reina Música hizo aquel decreto de que ningún ente non-musical puede entrar a la zona del reino, mis puertas llegan a trescientas millas de la ciudad, y eso no sé de qué lado de la ciudad estarían entrando.
- No importa – dijo Irasumi – Trescientas millas no son mucho si consideras todo lo que hemos viajado hasta el momento: de Phoed hasta acá.
- Buen punto. Bueno, entonces no veo el inconveniente… ¿vienen con sus guaruras?
- Sí. El centauro y la nereida vienen con nosotros – dijo Devon.
- Vamos a buscarlos entonces – dijo Partyman – Mientras más pronto los despache, mejor para el negocio. Nadie quiere ver a un centauro ebrio… y otra cosa.
- ¿Qué? – preguntaron los tres. Partyman tomó aire (como que no quería tocar el tema pero no le encontró otro remedio).
- Van a encontrar a Aik algo cambiado.
- Algo nos han dado a entender, pero continúa – dijo Leyb temiendo lo que seguía.
- Supongo que el dicho de que “la gota que derramó el vaso” es muy cierta… la naturaleza amable de Aik cambió mucho después de la muerte de Kube. Deben saber que muchos consideraron esa muerte como una especie de suicidio y ya saben cómo se las gastan los de la Ciudad Música con eso de la gente que se suicida y con eso de que Aik tuvo dos de esos – dijo esto viendo a Devon – ya podrán imaginarse el circo que se le armó, particularmente por el puesto que ostentaba en la Corte (no sé si todavía lo tenga). Téngale paciencia, ¿de acuerdo?
- De acuerdo – dijeron Irasumi y Leyb. Devon quiso hacer lo mismo, pero de pronto sintió un nudo en la garganta y prefirió asentir silenciosamente.

Bajaron a la fiesta en donde encontraron a Tasha y a Beau en una de las mesas cercanas a la entrada del privado, disfrutando del espectáculo de la banda que ahora se dedicaba a tocar una animada pieza de jazz. Partyman hizo una seña a la mesera. “Tres malteadas de fresa,” le dijo una vez cerca y señaló a los chicos. La muchacha sonrió y se fue. Entusiasmados, los muchachos dijeron a sus amigos que Partyman los dejaría cercanos a la ciudad música, a lo que Tasha preguntó:

- ¿Ciudad Divina está cerca de ahí, cierto?
- Algo me han dicho, sí – dijo Partyman - ¿Por qué?
- Quiere ir al Templo de Sev y retar al Maestro – dijo Irasumi a la vez que las malteadas hacían su aparición sobre la mesa.
- ¿Al templo de Sev? – escucharon que una voz dijo detrás. Todos voltearon a ver a la chica parada ahí. Se miraba algo ruda, vestida como hombre y con el cabello castaño al viento. Tenía la mirada penetrante y fija en Tasha, de color marrón. Era alta, atlética, y traía una enorme funda de espada colgando de su espalda (las armas se dejan en la puerta) - ¿Quién quiere retar al Maestro del Templo de Sev?
- Este – dijo Beau señalando a Tasha.
- ¡Oye! – exclamó Tasha al instante.
- ¡Pjum! – dijo la otra haciendo el sonido por la nariz a manera sumamente despreciativa – Eres pequeño, delgado, ñango… No sirves para enfrentarte al Maestro del Templo. ¿Para qué arriesgarte?
- Va en busca de la espada de Wayland – dijo Irasumi.
- ¡Oye! – exclamó Tasha al instante - ¡Cuéntenle mi vida, por qué no!
- La espada de Wayland no está en el Templo de Sev desde hace mucho tiempo – dijo la chica.
- Eso es cierto – dijo Partyman.
- Pero si quieres puedo ser yo tu contrincante. Me derrotas a mí, y la espada es tuya.
- ¿Eres la guardiana de la espada esa? – preguntó Leyb. La chica le regaló un guiño.
- Algo así – dijo.
- Gracias, pero no acostumbro a pelear con mujeres, ni aunque sean marimachas como tú – dijo Tasha desinteresado.
- ¿Tienes miedo? – preguntó la chica retadora.
- ¡Tenemos una pelea! – exclamó Partyman con alegría - ¡Todos al cuadro!

Como si fuera manda, todo el mundo se puso de pie y se apresuró a ir a la parte trasera del lugar, en donde estaba un cuadrilátero listo para la pelea (justo para estas ocasiones). Los amigos de Tasha iban prácticamente empujándolo mientras que la mujer, con pasos confiados y sin prisa, iba adelante, sonriendo orgullosamente, tomando su lugar en una de las esquinas del cuadrilátero.

- ¡Ya pues! – exclamó Tasha al ser empujado al lugar - ¡Me voy a pelear, pero que luego no salga chillando! – y dirigiéndose a la chica – De perdida me dices cómo te llamas, ¿no? No me gusta golpear a mujeres desconocidas.
- Mi nombre es Anahid Otisara, ¿te suena familiar?
- No.
- Pronto lo será. ¿Quieres pelear con armas o a golpe limpio, como lo hacían en los viejos tiempos?
- ¿De qué me sirve pelear contigo, me pregunto? – dijo Tasha cruzado de brazos.
- Ya te lo dije: peleas conmigo, la espada de Wayland es tuya. Así de simple.
- Está bien… elige tú el arma.

Anahid se volvió a Partyman. La gente ya estaba en las gradas, todos gritando y moviendo boletos de apuestas. Partyman les aventó un par de sables de madera que ambos atraparon en el aire. Anahid hizo movimientos circulares con el suyo usando una mano y preparándose para el ataque. Tal vez lo que molestaba a Tasha era que la mujer aquella no quitaba esa estúpida sonrisa de su cara.

Además, ya le hacía falta golpear algo…

Fueron cuestión de minutos antes de que la mujer aquella lo tuviera mordiendo la lona por primera vez. Y lo que más le dolió es que no fue solamente una, sino como tres veces en que lo hizo, y lo hizo ver como si fuera tan fácil. Anahid se movía con tanta destreza, que pareciera que el arma en su mano fuera una extensión de su brazo y que tan solo estuviera jugando con él. Al finalizar el tercer round, era claro que Tasha no llegaba al nivel que la chica tenía.

- Es una verdadera lástima – dijo Anahid mientras la gente regresaba a la fiesta, algunos pagando sus deudas, otros animosamente platicando del combate – Realmente pensé que serías rival digno de la espada… ¡Ratas! – exclamó viéndose la mano derecha – Creo que me rompí una uña.
- ¡Mujeres! – exclamó Tasha al levantarse auxiliado por Beau. Anahid lanzó una bolsita a Partyman (quien la atrapó en el aire).
- Lo mismo de siempre – le dijo y Partyman se adelantó a todos. Anahid tendió la mano a Tasha.
- El Maestro del Templo de Sev no te hubiera dejado ni el polvo – dijo amablemente – en cuanto al guardián de la espada de Wayland, él no te ataca físicamente, lo hace con la mente. Tú te enojas con facilidad y pierdes enfoque; cuando pierdes el enfoque, te desesperas y tus ataques son realmente predecibles. Te hará bien entrenar en Sev y estaré ansiosa de verte por ahí; serás mi mascota favorita. Bienvenido.

Sin más, se fue. Tasha y el resto se quedaron con cara de asombro.

- ¿Qué es exactamente lo que acaba de pasar? – dijo Beau.
- Creo que Tasha ha sido reclutado para el ejército del tal Sev – dijo Irasumi.
- Ni modo – le dijo Devon con compasión – Saliste de un encierro para meterte a otro, ¿quién te manda?
- ¡Un momento! – exclamó Tasha dando un golpe en el piso con el pie - ¡Yo no soy la mascota de nadie, mucho menos de una tipa como esa!
- Te gusta – cantó Leyb con una sonrisa pícara y meneando las cejas de arriba abajo - ¡Uiiiiii!

Volvieron a la fiesta y ya no vieron a Anahid por ningún lado. Partyman los esperaba en la mesa, dando instrucciones a uno de los meseros.

- Estamos listos para irnos – dijo Devon.
- Tasha está ansioso por ir a los brazos de su musa allá, en el Templo de Sef – dijo Irasumi en tono melodramático.
- De Sev, bruta.
- ¡Como se llame!
- Bueno, entonces no me queda sino desearles buena suerte – dijo Partyman señalando la puerta por la que habían entrado – La puerta los conducirá al lugar más cercano a la Ciudad Música. Una vez cruzada, no pueden volver atrás, así que les sugiero que revisen que lleven todo lo que deban llevar.

Asegurados todos, hicieron su camino a la salida sin volver atrás. Partyman se acercó a donde estaba Licor limpiando los vasos.

- Ni una palabra a Danká ni a ninguno de los de Khoriean de esto – le dijo a manera de orden. Licor movió afirmativamente la cabeza.
- ¿Crees que lleguen? Digo, Kalavan no estuvo aquí ayer nada más para ver cómo estaba el ambiente – preguntó serenamente. Partyman suspiró tenso.
- Si vieras que ayer por un momento me acordé de los Dioses y le rogué al cielo porque no se aparecieran por aquí. Estoy seguro de que ese perro ya regresó a su casa sin presentir la presencia de nada.
- ¿Y qué vas a hacer con Anahid? ¿Supones que eso también fue mera coincidencia?
- En este mundo no existen las coincidencias; – dijo Partyman decidido – Anahid estuvo aquí porque Divatox se lo pidió y ella le dirá lo que vio pero no me preocupa pues de todos los que conozco, Divatox es asquerosamente honorable y cumplirá con su voto de silencio.
- ¿Quieres que los siga por si acaso?
- No. Si te enfrentas al infierno, es bueno llevar a Cancerbero como guardaespaldas, ¿no crees? – ante este comentario, Licor puso cara de duda.
- ¿Lo dices por Beau? – preguntó y al ver la afirmación de Partyman, hizo una exclamación casi silenciosa - ¡Ah!

El lugar al que salieron resultó ser un bosque templado a medio día. Efectivamente, la cueva se volvió sin salida una vez que pisaron el exterior.

- ¡Esto es lindo! – exclamó Devon sintiendo la brisa - ¡Huele a casa!
- Huele a otra cosa – dijo Tasha haciendo uso de su olfato – Hay un río cerca.
- Je je je – dijo Leyb frotándose las manos - ¡La cena!
- Podremos acampar ahí y prepararnos para la caminata – dijo Beau y todos estuvieron de acuerdo. Siguiendo a Tasha, la comitiva bromeaba y reía animosamente (particularmente cuando comenzaron a fastidiarlo con la tal Anahid y de cómo iba a ser su boda con sus muchos hijitos que tal vez tuvieran cola de pescado y nariz de delfín). Tasha por su lado procuraba no prestarle atención a las burlas, pero con su carácter era como pedirle peras al olmo durante el invierno y pronto tuvieron que correr para evitar la ira de la nereida.

Entre el juego y todo, llegaron al río antes de anochecer y se dedicaron a hacer campamento, a pescar y a esconderle el amuleto a Tasha para que no saliera durante el resto de la estancia. Entre juego y juego Irasumi se sintió atraída hacia una parte del bosque (que en sí no era denso ni oscuro, al contrario, era bastante bonito) no muy lejos de donde estaban. Con cuidado de no perderse y al ver que todavía estaba la parte clara de la tarde encima, ella se abrió paso a un claro lleno de florecitas moradas en donde un unicornio pastaba tranquilamente. Irasumi se tuvo que tapar la boca para no gritar a la vez que sostenía al oso para no tirarlo y el unicornio se volvió a verla. Estuvieron así, quietos por un largo rato, tal vez pensando que si el movimiento era nulo, entonces el otro no se percataría de su presencia. El animal era hermoso, blanco y delicado, como ella siempre se los había imaginado: tenía los ojos muy azules y una estrella dorada en la base del cuerno, largo, plateado y retorcido que apuntaba al cielo; su melena era larga, casi rozando sus rodillas, y su cola era semejante a la de un león, meneándola sigilosamente al viento. Con toda la calma del mundo, el unicornio se acercó a ella, agachando la cabeza como para verla mejor al estar a su nivel. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, el animal la tocó con el cuerno permitiendo que ella a su vez lo acaricia temiendo que tal vez aquel unicornio fuera un producto de su imaginación. Su rostro se vio completamente iluminado cuando se dio cuenta de que el unicornio estaba realmente ahí, restregando su enorme cabeza contra su mano, con sus ojos cerrados y en completa certeza de que ella no le haría daño. Tan tranquilo como se había acercado, el unicornio se dio la vuelta y se alejó, dejando a Irasumi con una felicidad inmensa en el corazón, misma que la acompañó por el resto de su vida.

Sin embargo, cuando se dispuso a regresar, vio frente a ella a una figura alta, peluda y que la miraba como gato que ve al ratón que se comerá de un momento a otro. Sin darle tiempo a nada, Irasumi sólo sintió el golpe en la cara que la hizo girar y caer inconsciente a varios pasos de donde estaba plantada a la vez que el oso volaba en el trayecto. Aquella criatura se acercó a ella y sonrió triunfal.

- ¡Te atrapé! – dijo entre gruñidos.

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