Luego de pasar muchos días pensando en que no era posible, hace un buen que se me hizo volver a escribir. La lástima es que lo empezé a hacer en un cuaderno. Y digo "la lástima" porque desgraciadamente soy de esas escritoras (es) que han caido en la desgracia de depender de una máquina para poderse inspirar y pensar que lo que se teclea es algo digno de un nobel de literatura...
¡Qué dificil ha sido volver al Old School de las cosas! Eso de volver a usar la pluma, el papel, y luego no tener esa facilidad de borrar todo y no sentirse mal por todos los tachones... En serio que hasta hueva (ai perdone uste la palabra) me daba. Pero ahora tengo un problema mucho más serio: ya que he agarrado de nuevo la bicicleta, y he estado escribiendo con mis cuadernos (o como les dijo uno de mis maestros en la Maestría, mi "laptop pobre") y mi plumita leal compañera de andanzas, el problema es que ahora me da flojera pasarlos a la máquina. Y tengo que hacerlo, digo, un libro no se escribe a mano y luego se deja pa ver quien le entiende a las patas de araña de una. Esos tiempos ya pasaron.
Me encantaría tener una impresora integrada a mi trasero. De esa manera, cada que comience a pensar en una historia, la impresora trabajaría y saldría ya todo, sin errores y sin fallas ortográficas. Claro esta esa técnica del ass-printing sería algo bastante desagradable... pero imaginen el show....
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