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El Lugar de Todas las Cosas Salvajes --- 6

EL LUGAR DE TODAS LAS COSAS SALVAJES

VI
La Casa Rock


Bien dicen por ahí que del dicho al hecho hay mucho trecho. De tanto haber hablado de cómo iba a ser el encuentro con la familia, a todo el grupo se le olvidó el protocolo de pronto al verse en aquel jardín trasero que resultó ser el de la casa de la familia Rock. Cuando se percataron de esto, casi se desmayan, pero contuvieron el comportamiento. Lo cierto era que veinte minutos habían pasado desde el primero contacto y ahora no sabían ni cómo seguir adelante. Se miraba luz encendida, por lo tanto supusieron que alguien estaba dentro y por el nulo ruido que hacían no era de sorprenderse el por qué nadie se había asomado para ver a un centauro, a una nereida (que más bien era un escuálido muchacho) y a tres pequeñines en medio del jardín, un jardín lleno de escombros, al que le hacía falta una buena retocada y con un rosal seco en el rincón.

- Estoy tan emocionada – dijo Irasumi bailando en su lugar - ¡Quiero hacer pipí!
- Tal vez la mejor forma de acercarnos es ver quién es el que está en casa – dijo Tasha. Todos lo miraron alentadores - ¡Está bien! – gruñó y se apresuró a saltar la puerta que conducía a la veredita que estaba al lado de la casa y que dio a la parte de enfrente.

Para ser la Ciudad Música, la calle resultaba estar medio vacía. Pareciera que los ángeles se estaban preparando para una celebración solemne, pues las luces que adornaban las calles eran sencillas y fuera de espectacularidad. La casa Rock era de dos pisos, considerada como una de las casas más viejas del barrio alto; tenía cuatro pilares sosteniendo el techo del pequeño porche, con dos ventanas que daban vista al interior de la casa y una puerta al centro de ambas. Era un estilo muy victoriano, hasta chimenea tenía. Uno de los faroles a los lados de la puerta estaba roto y el otro en suma necesidad de limpieza. La casa era de colores claros y una serie de macetitas recién adquiridas en jardineras a los lados de las vereditas que daban a la banqueta (como que el dueño le había dado por la jardinería pero hasta ahí llegaron las aspiraciones a la misma) Tasha pegó el oído a la puerta; se escuchaban ruidos de guitarra dentro. Respiró profundo, tragó saliva y golpeó tres veces la puerta. No quería admitirlo, pero los nervios lo mataban también; como que saber el resultado de todo esto le daba alegría, pero a la vez tristeza al abandonar al grupo y seguir adelante con su propia misión. Ciudad Divina, se decía, estaba atravesando la Ciudad Música al lado Este y ahí estaban esa mujer y sus aspiraciones para obtener la espada de Wayland en el Templo de Sev.

Nadie abrió. Golpeó de nuevo la puerta, esta vez con más entusiasmo.

- ¡Carajo que me tumban la puerta, ya voy, ya voy! – escuchó el claro grito del dueño de la casa. Al abrir la puerta, Tasha no pudo evitar sentir un brinco en el corazón. Heavy Metal se asomaba del otro lado de la puerta, arqueando la ceja para reconocer al individuo que había casi tumbado su puerta.

Adad Rock era mejor conocido por su apodo de Heavy Metal; era el miembro de la familia Rock al cual la Reina Música temía por su tendencia a meterse en problemas GRAVES (él y su primito Elaosu "Hard" Rock eran famosos por sus hazañas oscuras; cuando se hablaba de ellos en la Corte, la gente solía hacer la señal divina para protegerse de cualquier mal que ambos nombres les trajeran). Era escandaloso, profano, parrandero y se codeaba con demonios, pero nadie nunca puso en tela de juicio su lealtad hacia la Reina Música, por eso era uno de sus Guardias Personales. Jefe máximo dentro de la Orden del Rock… o tal vez era porque de todos sus familiares, era el que más se acercaba a la descripción del trabajo. Entre los pocos miembros de la familia Rock le decían el patriarca, pues era el mayor de todos; tenía el cabello rubio, lacio, rebelde y que le llegaba casi a media espalda, los ojos azul celeste que chispeaban el fuego de su alma. Su piel era blanca y tenía algunos tatuajes que representaban historias de su vida. Aún cuando su aspecto daba una impresión ruda, la verdad era que Heavy tenía un corazón de oro (o de pollo, dependiendo a quién le hiciesen la pregunta) y un talento innegable para los instrumentos de cuerda (aunque prefería mil veces la guitarra y era buen baterista). Al ver a Tasha, lo primero que dijo fue:

- ¿Te debo algo?
- N-no. Bueno, sí, pero no es eso a lo que vengo.
- ¿’Tons?
- Estem… bueno… - Tasha no podía evitar sino quedarse perdido en la mirada de Heavy, quien comenzó a sentirse incómodo y comenzó a reír de manera nerviosa.
- Mira, yo no le hago a eso. Es halagador, en serio, pero… lo siento – y cerró la puerta. Tasha parpadeó varias veces. ¿Qué acababa de pasar aquí? Volvió a golpear la puerta. Heavy abrió de nuevo.
- ¡No soy de esos y no es a eso a lo que vine! – exclamó molesto – Vengo porque tu sobrino anduvo de caliente.
- ¿Con tu hermana?
- No…
- ¿Con tu novia?
- No…
- ¿Con tu madre?
- ¡NO! ¡ENFERMO! Mira – dijo Tasha respirando profundo para tratar de controlar su mal genio – no tengo forma de decirte lo que hay que decirte… - Heavy se recargó en el marco de la puerta, cruzado de brazos a manera de que la conversación no le parecía para nada entretenida – pero según lo que las dos comadres me han contado (porque diablos, hablan hasta por los codos los dos cabrones) es que han venido hasta aquí para conocer a su familia. – mientras seguía hablando, Heavy bajaba los brazos y su expresión cambiaba radicalmente a una de shock – Como tu sobrinito es su padre, tú debes ser su tío. Ya, así de simple. Yo ya cumplí con lo mío, y no soy bueno para las despedidas, así que te pido de favor que me despidas del gremio que está en el jardín de tu casa, que yo tengo que ir a Ciudad Divina. Adiós.

Sin dar mayores explicaciones, Tasha salió corriendo de ahí. Heavy ni siquiera tuvo tiempo de hacer nada para detenerlo. De pronto sintió un nudo en el estómago y si algo sabía era de que ese nudo en el estómago era cuando algo realmente grande estaba por ocurrir (y ahora que lo pensaba, ese nudo había estado presente durante todo el día, pero se lo atribuyó a unos chilaquiles de dudosa procedencia que Canción de Cuna le había llevado esa mañana con eso de que ya eran vecinos de patio trasero). Frotándose las manos para calentarlas (se le enfriaban cuando se ponía nervioso), avanzó a paso lento por la casa (luego de cerrar la puerta, claro está), sintiendo que las piernas se le volvían así como piedras. Se detuvo frente a la puerta trasera durante varios minutos. ¿Por qué estaba tan nervioso? Por todo lo que sabía, aquel sujeto podría haberle estado mintiendo o algo así. Una broma de muy mal gusto, pensó y de pronto se sintió indignado. ¿Qué se estaba pensando aquel? Se dio la media vuelta pero algo lo detuvo. ¿Qué y si no era broma? ¿Qué y si detrás de esa puerta estaban sus – sobrinos?

Abrió lentamente la puerta. Salir al patio y toparse con un centauro no era su idea, mucho menos cuando reconoció al centauro y casi se infarta. Se buscó el arma por todos lados y no la encontró.

- ¡Demonio! – gritaba Heavy para todos lados - ¡Demonio!
- Heavy, Heavy… cálmate – dijo Beau tratando de suavizar el asunto y tratando de aguantarse la risa que los gritos de Heavy le provocaban – No soy el diablo. Soy yo, Beau.
- ¡POR ESO! ¡DEMONIO! ¡DEMONIO!
- ¡Ay! ¡YA CALLATE QUE CON SEMEJANTES GRITOS PARECES NIÑA – Y TE LO DICE UNA, LO QUE ES PEOR! – gritó Irasumi saliendo del escondite que ella y sus hermanos habían tomado cuando escucharon que la puerta de atrás se abrió. Heavy se quedó quieto al verla, pero se quedó helado al ver a los otros dos detrás de ella.

Eran idénticos a Aik y a Litch cuando tenían su edad.

Se llevó las manos a la boca; no se dio cuenta del momento en que las rodillas se le vencieron y cayó. Los tres niños se vieron mutuamente y fue Leyb el que avanzó hacia él.

- Yo soy Leyb – dijo – Ella es mi hermana, Irasumi, y él es mi hermano, Devon. Beau nos rescató de la tribu Piti-pat y nos acompañó hasta la ciudad, nos ha cuidado bastante bien, no es ningún demonio y si lo fue… pues lo fue y ya.
- ¿Leyb? – dijo Heavy. Por la manera en que Heavy lo miraba, Leyb supo que Heavy sentía que algo no estaba bien. Se volteó a ver a Devon (quien tenía abrazada a Irasumi mientras que la niña no le quitaba la vista de encima a Heavy y a su vez se abrazaba de Pepe) y este asintió con la cabeza. Leyb suspiró como para darse valor. Se volvió de nuevo con Heavy y dijo:
- ¿Te acuerdas de aquella vez cuando… los músicos me secuestraron? – dijo. Heavy puso cara de duda – Sí. Me secuestraron, ¿te acuerdas? Y tú te hiciste pasar por un mensajero de Aullido… - los ojos de Heavy se abrían con completo asombro ante lo que estaba escuchando – y lo que nunca le dijiste a mi mamá ni a mi papá fue que te encerraron a ti y me emparedaron a mí y yo estaba tan asustado que hice que la pared estallara. Desde entonces…
- Fuiste claustrofóbico – interrumpió Heavy con los ojos llenos de lagrimitas.
- Sí – dijo Leyb ya también al punto del llanto – Y ya se me quitó.
- Pero sigue siendo un verdadero demonio – dijo Devon ya entre pucheros.
- ¡Tú cállate, imbécil! – exclamó Leyb ya con lágrimas corriendo.

No quiero decir que Heavy estaba llorando, así que diré que traviesas lágrimas comenzaron a salirse sin permiso y ahora competían a ver quién llegaba primero a la comisura de sus labios. Sonreía sin poderse contener; era una sonrisa muy linda (pensaba Irasumi), llena de amor, de que por fin algo tan esperado había llegado y estaría dispuesto a dar lo que fuera, a vencer a quien fuera con tal de que ese tesoro jamás desapareciera. Sin más, Heavy abrió sus brazos y los tres corrieron a él sin que se los pidiera a un abrazo que venía de hacía mucho, mucho tiempo atrás.

- Mis muchachos – decía Heavy una y otra vez – mis muchachos y una linda princesita también.

Irasumi no podía expresar la sensación que tenía en ese momento, ni siquiera mucho tiempo después cuando recordaba este día. Era como si todas las emociones se reunieran en un solo lugar y armaran pachanga. Lo único que sabía era que le agradaba mucho el abrazo de aquel ángel de los ojos azules y la sonrisa tan linda. Luego del momento de felicidad, ya riendo y limpiándose las lágrimas, decidieron entrar a la casa. Un problema: el centauro era demasiado grande para caber siquiera por la entrada de la casa. Tendría que permanecer afuera.

- Tengo una idea. – dijo Heavy – Vayamos por los cobertores, hacemos una fogata y quemamos malvaviscos mientras me cuentan todo el asunto.
- ¡SIIII! – todos aplaudieron.

Entusiasmados, armaron un mini-campamento en el patio de Heavy. Viendo de reojo a Beau, le parecía casi imposible que (conociendo su historial) hubiera sido el mismo que ahora había traído a sus sobrinos sanos y salvos hasta este punto.

- ¿Dónde está su madre? – preguntó serio.
- Muerta – dijo Irasumi – Nos dejó una carta y por eso supimos quién era nuestro papá y quisimos venir a verlo.
- ¿Y con quién los dejó? – Heavy comenzaba a sonar alarmado.
- En un orfanato – dijo Leyb con naturalidad.
- ¿¡EN UN ORFANATO!?
- ¡Cálmate! – dijo Devon mientras Heavy hiperventilaba (¿acaso serán los malos recuerdos de su propia infancia?) – Nos escapamos y por eso estamos aquí.
- Sí, Aik no sabe que somos sus hijos - dijo Leyb.
- ¿¡AIK!? ¡YO PENSE QUE ERAN DE LITCH!
- No – dijo Irasumi – En la carta mi mamá dijo que era el tal Aik.
- ¡DIOS SANTO, ESE MUCHACHO! – Heavy restregó sus manos contra su cara. Fue entonces que notó el golpe de la niña y (por experiencia) supo que era reciente - ¿Y esto?
- Nada – dijo Irasumi tratando de quitarle importancia al asunto – Un fauno energúmeno…
- Sí – dijo Devon viendo severamente a Heavy al igual que su hermano – Un fauno, que vive en el bosque – ESTE bosque – dijo haciendo señas como de algo que rodeaba. Heavy se quedó dudoso un par de segundos, pero luego:
- ¡¿TE GOLPEO?! ¡¡YO LO MATO!! ¡JURO QUE AHORA SI LO MATO!
- Cálmate Heavy – dijo Beau – Debe haber una explicación para todo.

Los niños le contaron toda la historia con morboso lujo de detalle y Heavy escuchaba con atención todo lo que decían. Le parecía fascinante la aventura, especialmente la parte cuando se escaparon de los Piti-pat y de cuando llegaron con Partyman.

- Supimos lo que pasó con Kube – dijo Devon casi sin querer traer a la luz el tema – Nos dejó una carta bien amorosa, ¿verdad? (Leyb afirmó con la cabeza) ya mañana te la mostramos, junto con toda la bola de cosas que la gente nos fue dejando en el camino. Oye, ¿qué ondas con Litch?
- No lo sé – dijo Heavy viendo a Beau nuevamente – dicen que es un demonio bien desgraciado, ¿tú qué crees, Beau?
- No lo sé – dijo Beau encogiéndose de hombros – No lo conozco.
- Pues dicen que podría llegar a ser el segundo de Itzy-ky – dijo Heavy - Creo que desde que Litch comenzó a andar por esos malos trotes, Aik como que le anda coqueteando a la misma sopa.
- Mi apá sería incapaz – dijo Leyb.
- También creí que sería incapaz de golpear a una niña, y mira – dijo apuntando su mano a Irasumi.
- Pero… el que me golpeó fue un fauno – dijo Irasumi contrariada.
- ¿No le dijeron el chisme? – dijo Heavy casi indignado.
- No. Queríamos dejarte el honor – dijo Devon.
- Tú lo cuentas con cariño – dijo Leyb. Heavy tomó aire.
- Tu padre, criatura de Dios, una vez anduvo metiendo sus narices donde nadie lo llamó y se echó a un fauno.
- Por ai’ me dijeron que fue por tu culpa… - dijo Devon haciendo memoria.
- ¡El caso es que! Tu padre, cada vez que hay luna llena, se transforma en un fauno, el mismo que anda de energúmeno, atrapando niñas bonitas para golpearlas porque no tiene otra cosa qué hacer. La verdad es que ya no sé qué hacer con ese muchacho… ¿Supieron que lo dieron de baja en la Guardia de la Reina? – los otros dos movieron negativamente la cabeza – Pues sí. De acuerdo a lo que decía el reporte, le recomendaban ampliamente “sesiones de terapia” porque como que se le había zafado un tornillo. Se carga un genio de poca madre, peor tantito cuando anda de fauno loco… me cae que ya ni yo lo aguanto y eso ya es decir mucho. - viendo la cara de angustia que Irasumi puso, agregó – Lo siento, nena. Pero algo tenemos que hacer para hacer que tu padre entre en razón y te pida disculpas por eso.
- ¿Y Tai? – preguntó Leyb tratando de cambiar el rumbo de la conversación.
- ¡Uy-yu-yui! – exclamó Heavy con orgullo – Pos que si no he de estar emparentado con realeza Khorieana por un lado, estoy emparentado con realeza haduna por el otro. ¡La Tai se me casó con Paris Alejandro!
- ¿¡En serio!? – exclamaron todos al mismo tiempo.
- ¡Fue la boda del siglo! – Heavy sonaba emocionado - ¡TODO el mundo allá andaba! Y yo, pos como platito bonito de la mesa del centro, ¿verdad? Bien guapo y toda la cosa… Creo que fue así como que la cereza bonita luego de todo el merequetengue que se armó luego de lo de Kube.
- ¿Se casaron después? – preguntó Beau.
- Casi un año después – dijo Heavy contando con los dedos – Ahora están bien contentos con una lepecilla de cuatro. Está así, bien chiquita. Se llama Gin y gracias a Dios que se parece a su madre. Ya se imaginarán cómo se pusieron las hadas cuando aquel salió gritando a los cuatro vientos que era un capullo rosa. La que estaba toda frikeada era mi pobre Tai porque nadie le dijo que así salían las hadas… Pero luego se calmó y todo resultó en santo pachangón que duró como tres días porque ahora tienen asegurado que la próxima en sucesión al trono es mujer y eso no pasaba desde la antecesora del padre de Paris, ya hace muchos miau.
- ¡Vaya! Así que ya tienes asegurada tu pensión cuando decidas retirarte, ¡mírate nada más, la envidia me corroe! – exclamó Devon – A ver si se nos pega poquita de tu buena suerte.
- Paris dijo que si me portaba bien, me daría una linda isla con playa privada.
- ¿Así que ya eres abuelito? – dijo Beau - ¡Qué tierno!

Cuando comenzaron a acomodarse para dormir, Heavy tomó nota del oso que Irasumi cargaba.

- ¿Me lo prestas? – dijo. Irasumi le cedió el oso y Heavy lo vio por un largo rato, tocando levemente la manita derecha del oso. No se dio cuenta de que comenzó a dibujar una melancólica sonrisa al hacerlo hasta que Irasumi lo regresó al aquí y ahora.
- Se llama Pepe – dijo.
- ¿Qué?
- ¿El oso? ¿En tu mano? Sí, ese, se llama Pepe – la chiquilla miraba a Heavy con ansiedad de que el oso regresara a sus manos. Heavy soltó una risilla tierna.
- ¿Sabes? – dijo Heavy a la vez que regresaba el oso – es curioso pero… mi hermano tenía un oso exactamente igual a este.

No pasó mucho tiempo antes de que los niños estuvieran dormidos y cuando esto pasó, Heavy se acercó a Beau y se sentó a su lado.

- ¿Qué pasó con Litch?
- Ya te dije que no lo conozco.
- No te hagas el inocente que yo esa no me la creo. Si bien se que el pleito para el trono de Itzy estaba entre tú y Litch, no me vengas con eso.

Beau miró a Heavy a los ojos por un rato, luego dijo:

- Si te dijera que no recuerdo nada de eso, ¿me lo creerías?
- No.
- Entonces tenemos un grave problema.
- ¿En serio? – dijo Heavy escéptico. Beau gruñó molesto.
- Mira, - resolló – lo último que recuerdo es irme a un bar en la Tierra con mi palomilla de desadaptados sociales; les sacamos pleito a unos tipos que estaban sentados en una de las mesas casi pegados a la rocola y estaban tocando la misma cancioncita una y otra vez… y luego estoy en medio de Karokum, convertido en esto. Y de acuerdo a lo que he estado investigando por aquí y por allá es que desde ese punto de mis recuerdos a que despierto en territorio de Guildar ya pasaron cinco añales y desde ese punto de la historia hasta que encuentro a tus sobrinos en territorio Piti-pat agrégales otros siete. Cinco años (que no recuerdo) en donde soy un demonio y siete con cuatro cascos y en donde termino de niñera. Dime, ¿es esa una vida? No. De hecho, lo primero que quiero que hagamos mañana es que me tomes bajo arresto, me lleves ante los guardias y así yo tengo una clara audiencia con la Reina; por lo que me han contado, ella misma quiere hacer caer la guillotina en mi cabeza.

Heavy miraba a Beau cuidadosamente, tratando de descifrar si el centauro ex – ángel, ex – demonio le mentía. Heavy tenía fama (le habían apodado en algún momento de su vida “el padre de las mentiras) en estos asuntos, por eso no dudó en que Beau estaba siendo sincero. Sin embargo, ese instinto que hasta este momento lo había mantenido con vida también le decía que tenía que tener cuidado. Justo en este momento, la luz de la casa vecina se encendió; sin decir nada, se puso de pie y se dirigió hacia el barandal de madera que separaba ambos jardines.

- ¡CUNA! – gritó - ¡CUNAAA!

Se escuchó algo semejante a un gruñido y la puerta se abrió. Canción de Cuna era un ángel de estatura baja y de buen ver; tenía el cabello largo, ondulado, castaño y atado a una trenza mal peinada, con sus ojos verdes destellando deseos de cualquiera que hubiese sido el motivo por el que Heavy la hubiera distraído de su ya merecido descanso iba a pagar severamente las consecuencias. Eran, después de todo, las frescas de la una de la madrugada y ella había estado de guardia desde las seis de la mañana del día anterior.

- Más te vale que sea importante, Metal – dijo amenazando a Heavy con una vara de apio. Heavy sonrió cuando escuchó al centauro acercarse y vio la cara de espanto de C.C. - ¡Demonio! – exclamó la chica - ¡Y no cualquier Demonio, ES BEAU! ¡UN DEMONIO TE VA A COMER! – con esto, Canción de Cuna le aventó la vara de apio al centauro a la vez que preparó un ataque de energía con su mano derecha mientras que Beau se escondía detrás de Heavy.
- No se va a comer a nadie… Cuna, necesito que me hagas un favor. Primero que nada, tranquila. Beau no se va a comer a nadie, ¿cierto?
- Muy cierto – dijo el centauro. C.C. ahora se veía claramente confundida y bajó la guardia.
- Lo que necesito que hagas es que te lleves a este individuo bajo arresto.
- ¿¡QUE!? – exclamaron Beau y C.C. al mismo tiempo, ambos con cara de terror.
- Es mejor ahorita que nunca – dijo Heavy a Beau. Luego, apuntando a los niños con la cabeza, prosiguió – Además, yo tengo mi propio drama que enfrentar mañana.
- ¡Pero esto es….GRANDE! – exclamó C.C. fuera de sí - ¡ESTE ES BEAU! ¡BEAU! ¡El mismo que compite con Litch para ver quién se queda con el trono de demonio principal! ¡HEAVY TE PODRIA BESAR EN ESTOS MOMENTOS! – Heavy levantó la trompa – Pero no lo haré… (Heavy se vio desilusionado por un momento pero se repuso antes de que C.C. lo notara) ¡Me lo llevo! – exclamó C.C. frotando sus manos.
- ¡Magnífico! – exclamó Heavy dando una palmadita en el lomo de Beau – Cuna, traite unos mecates pa’ amarrarle las manos a este y es todo tuyo.
- Pero…
- Nada de peros, señorito – dijo C.C. esculcando su bolsita mágica y sacando unas cuerdas. Aleteó para quedar del otro lado de la cerca y comenzó a atar a Beau con entusiasmo – Si ya te andábamos pescando desde hace rato.
- Pero… la audiencia…
- Tendrás un juicio justo – dijo C.C. Luego, ella y Heavy soltaron la carcajada.
- “Juicio justo” ¡me matas, Cuna!

Prácticamente sin mucha alternativa y sin resistencia alguna (lo que le pareció raro a C.C.), Beau acompañó a Canción de Cuna a entregarse a los Guardias de la Ciudad. Por un momento, la idea de que todo fuera un show muy bien montado para acercarse a la Reina Música y matarla para quedar innegablemente con el control de los demonios musicales cruzó por la mente de Heavy Metal. Pero también estaba seguro de que cualquier artimaña de la que Beau estuviera haciendo uso sería inmediatamente descubierta por Opera o por la misma Canción de Cuna. De cualquier manera (pensó Heavy regresando al lado de sus sobrinos) la reina no estaba manca y si el individuo de los cascos hiciese algún intento de acercarse a ella, estaba seguro de que la “queeny” lo pondría en su lugar más rápido que de inmediato.

Además, como que ya les hacía falta algo de acción allá en el gallinero lujoso que todos llamaban “la Corte”.

Sin otra cosa que hacer, Heavy se dispuso a recoger a sus sobrinos y de a uno por uno, los fue llevando a la casa y los depositó en el confort y suavidad de su cama. Mientras apagaba el fuego, las palabras de “desde que Litch se fue por el mal camino, Aik tiene un genio de los mil demonios” le retumbaron súbitamente y una idea brillante cruzó por su mente.

- ¡Eso es! – exclamó hablando para sí - ¡Rag!

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