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El Lugar de Todas las Cosas Salvajes --- 7

EL LUGAR DE TODAS LAS COSAS SALVAJES

VII
El Plan, Maestro…


Al día siguiente, el aroma de los panqueques los despertó. Bajaron las escaleras y ahí estaba Heavy, muy de mandil, preparando el desayuno.

- ¡Mis favoritos! – exclamó Leyb sentándose frente al primer alterote bañado en miel.
- Hay suficientes – dijo Heavy. Luego pudieron jurar que dijo entre dientes, “en un orfanato… ¡lo voy a colgar si me sale con otra de estas!”
- Err…Tío… nos trataban muy bien en el orfanato – dijo Devon.
- Sí – dijo Irasumi – Nos dejaban jugar y nos tenían en la escuela, y nos daban de comer tres veces al día…
- Nomás nos quitaban el postre cuando a este le daba por sacar su chamuco a flote – dijo Devon manoteando hacia Leyb, quien soltó la carcajada. Heavy colocaba el último bonche en el plato de centro.
- Bueno, pues el postre se sirve de almuerzo. Prepárense porque hoy vamos a ir a casa de Rag.
- ¿El psicótico? – dijo Devon.
- Rag no es ningún psicótico – dijo Heavy mascando uno de los panqueques – es un poquito estrafalario, pero ¿quién no lo es? Rag es probablemente el único que nos puede ayudar a recuperar el buen humor de su padre.
- ¿Qué tiene de malo ese tal Rag? – preguntó Irasumi.
- Hace algún tiempo decidió no hablar – explicó Heavy – y ahora cuando habla, usualmente lo hace cuando hay algo muy importante que decir, así que rara vez lo hace. Pero es bueno en su trabajo: podremos hacer que la unión entre Aik y Litch se rompa y así Aik puede ser su propio mal genio y ese ya lo sabemos controlar.
- ¿Y eso a nosotros qué?
- Irasumi, cuando Devon se enoja… ¿te enojas tú? – preguntó Heavy. La niña movió negativamente la cabeza.
- No, pero sí me duele el estómago.
- ¿Leyb?

Leyb se quedó pensativo un rato y luego la cara de ambos (Devon y Leyb) se iluminó con alegría. Heavy dio un guiño orgulloso.

La casa que estaba dentro del parque-bosque de la Ciudad Música había pertenecido en algún momento de la historia a un ángel de nombre Sinfonía. Era una enorme mansión de tres pisos, con techos en picos y una chimenea saliendo por encima de la casa. Tenía ático y subterráneo, y un invernadero antes de llegar al jardín. Era blanca con techados grises, con ventanales dirigiendo su vista hacia el bosque y el castillo de la ciudad música. El patio de enfrente estaba cercado por rejas altas hechas al más puro estilo artístico. En las horas tardías aquella casa tenía un cálido aroma a geranios, atrayendo a quienes percibían los aromas hacia un espiral de recuerdos gratos y todos los años era popular el vino que se hacía con esta planta porque el dueño de la casa sólo hacía una botella al año y parecía ser que el destinatario siempre era atraído hacia la casa justamente ese día; el vino tenía la propiedad de que atraía la felicidad a quien lo bebía, por lo que no era un secreto que hasta la misma Reina algunas veces deseaba ser la beneficiaria de tal vino.

El dueño de la casa era peculiar. Su nombre era Ragtime, pero todo el mundo lo conocía simplemente por Rag. Era el hijo menor de siete que Sinfonía había dejado a su muerte y – curiosamente – era el único varón. Cuando era pequeño, su padre supo inmediatamente de las dotes musicales que poseía, tanto que a los tres años ya hablaba bastante fluido y componía sus propios conciertos para piano catalogados como inspiraciones divinas por muchos en su época. Al morir Sinfonía, Rag estuvo bajo el ala de Aik, quien se encargó de que el chiquillo continuara con sus estudios y al culminar, Rag fue el pupilo estrella dentro del círculo que Aik manejaba. Nadie como él pudo descifrar y comprender los libros dejados por Deidades y a la vez la música que Rag componía parecía estar dedicada a cada una de las entidades divinas de las que Deidades hacía alusión. Por esto, se creía que tal vez Rag pudiera ocupar el lugar que Deidades había dejado vacante. Al mismo tiempo, se dedicó a una de las ramas del Rock que parecían haber estado olvidadas y las sacó “del cajón”: fue nombrado comandante de la Orden del Blues y se dedicó en cuerpo y alma en nivelar las energías de la música para que fueran menos peligrosas y pudiesen ser incluidas en los recitales de la ciudad. Sin embargo, a pesar de su futuro tan brillante dentro del reino musical, ocurrió lo que nadie había predicho que ocurriría: Rag se enamoró perdidamente de la esposa de su mentor.

Cuando Rag tomó a Universo de Khoriean como una de sus aprendices, hubo una gran controversia pues Universo no era ángel musical y para muchos conservadores aquello era como revelar secretos del reino a un forastero. Sin embargo, las críticas no parecieron importarle mucho a Rag, quien ayudó a Universo a hacer algo sumamente especial para el día de su boda con Aik al enseñarle la técnica para fabricar la flauta que ella le regalaría a Aik ese día. A manera de expresarle sus sentimientos, Rag hizo un violín para ella; era un instrumento hermoso, de madera negra y cuerdas plateadas que (de acuerdo a su creador) atraparía al alma y expresaría los sentimientos más profundos. Sin embargo, Universo declinó el regalo habiendo descubierto los sentimientos de Rag hacia ella.

A la muerte de Universo, Rag estuvo devastado. Se encerró en su casa durante meses, durmiendo la mayor parte de ellos. La casa, por lo tanto, se vio bastante descuidada durante el tiempo en que Rag estuvo de luto (sus hermanas ya tenían sus vidas propias y claro que se preocupaban por él, pero también tenían sus propias familias por las cuales preocuparse). Un día, simplemente se levantó, se duchó y se dirigió a palacio. Era tan sorprendente verlo ahí que de inmediato le concedieron la audiencia con la Reina. Nadie sabe lo que ocurrió en esta reunión, pero muchos afirmaron que después de esto, Rag dejó de hablar y de aparecer en la luz pública. De vez en cuando se le veía, particularmente en las celebraciones de la ciudad, pero cruzar palabras con él era extremadamente raro. Los ángeles musicales entendían la forma en que se comunicaba con la mirada o con el lenguaje corporal, así que para ellos el silencio de Rag no era tan aterrador. Lo aterrador era cuando Rag hablaba, pues usualmente lo hacía cuando era de suma importancia lo que tenía que decir, limitándose a palabras y explicaciones cortas que daban directamente al grano (en alguna ocasión se dice que se acercó a la corte que acompañaba a la Reina y le dijo a una de las duquesas, “lo siento, pero ese vestido es propio de una prostituta”). Se dedicó al cuidado de la casa y de su famoso jardín herbolario (de donde Aik sacaba la mayor parte de sus hierbas para hacer sus menjurjes por un precio razonable), aunque también era conocida su habilidad para “sanar el alma” de los instrumentos musicales; Heavy Metal y Hard Rock pusieron un local para reparar el daño físico de los instrumentos musicales y cuando estaban listos los lotes, contrataban los servicios de Rag para reparar la magia de cada instrumento. Rag jamás se negó a estas peticiones y, al contrario, hizo de ambos sus discípulos al enseñar algunas de sus técnicas a ambos Rock. Por eso no le pareció extraño el ver a Heavy Metal ese día. Lo que sí hizo que levantara la ceja fue la presencia de los tres niños que lo acompañaban.

- Buenos días, Rag, ¿tienes tiempo? – dijo Heavy todo sonrisitas. Rag los vio de pies a cabeza. Era un ángel de apariencia joven, de cabello blanco, corto y ojos color gris de mirada sumamente expresiva. Tenía la piel morena clara y sus alas blancas que sólo “sacaba a pasear” cuando había festival en la ciudad. Vestía con pantalones holgados y un camisón de algodón que le llegaba a las rodillas. Sin decir palabra alguna, se hizo a un lado y los invitó a pasar.

Si por fuera la casa era espectacular, por dentro era todo un paraíso para niños que quieren investigarlo todo. Rag tenía libros regados por todos lados, cajas, botellas, pergaminos, instrumentos, de todo. Lo siguieron a la cocina, que tenía la puerta que daba al invernadero, una gran mesa de madera al centro y el té listo para servirse.

- ¿Es de naranja? – preguntó Heavy – Huele a naranja.

Rag asintió. Luego de servir el té, tomó asiento y puso cara de que era todo oídos.

- Necesitamos tu ayuda. Mira, él es Leyb y estos son sus hermanos, Devon e Irasumi. Estos tres son hijos del Aik. Queremos que nos ayudes a romper el vínculo que existe entre el padre de estas criaturas y su hermano, Litch. Es nuestra única esperanza de que Aik regrese a ser la tierna criaturita que todos queremos y amamos de un momento a otro.

Rag tomó de su taza y se quedó meditabundo un buen rato. Luego, dirigió su mirada a Heavy, quien aparentemente comprendía todo lo que Rag hablaba con los ojos:

- Si quieres, me lo puedo traer hoy… ¿estos tres? Sí, supongo que se pueden quedar aquí un rato. Voy por Aik, ellos se quedan y ya… yo se que puede que no funcione, pero tenemos que hacer el intento.

Rag suspiró. Asintió con la cabeza y Heavy dijo a sus sobrinos:

- Voy por su padre. Ustedes se quedan aquí porque Rag quiere que lo ayuden a preparar algunas cosas.
- ¿No nos va a comer? – preguntó Irasumi abrazando al oso.
- No. Rag no come niños tan temprano por la mañana – dijo Heavy sacudiendo el cabello de la niña. Cuando Heavy cerró la puerta al irse, los tres se volvieron a Rag, quien colocaba la taza de té de nuevo en el plato.
- ¿Cuál es esta obsesión tuya y con la gente que acabas de conocer que te vaya a comer? – dijo Devon a manera de reprimenda a su hermana – De veras, a veces me apena que piensen que soy tu hermano.

El ángel se puso de pie y avanzó al umbral de la puerta, haciendo una señal con la cabeza de que lo siguieran. Subieron al tercer piso, en donde sólo había un pasillo y una puerta antes de llegar a la parte donde subían al ático. Al otro lado de la puerta estaba una enorme habitación cubierta por partituras, instrumentos prácticamente nuevos, símbolos pintados en las paredes y un pequeño nivel en donde estaba tallado un círculo con doble contorno e inscripciones grabadas a su alrededor. Rag les hizo señas de que se acercaran a una de las mesas. Arrastró tres sillas y sacó cuatro pergaminos para colocarlos en la mesa. Los chiquillos tomaron asiento justo cuando Rag traía unos pinceles y un frasco con pintura roja.

- ¿Ven los símbolos de la pared? – dijo. Su voz era tranquila, grave y daba una enorme paz interna – Quisiera que dibujaran el que más les gusta en las hojas usando el pincel y la tinta. El oso también tendrá que dibujar una – dijo seriamente viendo a Irasumi.
- Está bien – dijo ella.

Mientras ellos pusieron manos a la obra, Rag colocó una silla de madera pesada sobre el círculo y preparó algunas cuerdas. Irasumi (viendo de reojo las acciones de Rag) supuso que su padre se sentaría ahí y que lo atarían con las cuerdas, pero todavía no adivinaba la utilidad de los dibujos. Ayudó a Pepe a hacer su dibujo y casi sin pensarlo tomó la bolsita mágica de Devon, de donde sacó el estuche que contenía el violín y la flauta. Rag estaba de espaldas a ella cuando se acercó.

- Oye… - dijo titubeante. Rag se volvió medio espantado (como que estaba muy concentrado en reunir las partituras que necesitaba) – En el camino mi tío Heavy dijo que eras bueno arreglando instrumentos… ¿podrías revisar si estos están bien? – dijo entregando el estuche. Rag palideció al verlos y se quedó sin movimiento por varios minutos. Irasumi pensó que tal vez no era muy buena idea aquello – O tal vez no – dijo mejor no insistiendo. Rag la detuvo y tomó las cajas. Con mucho cuidado sacó el violín y lo puso a contraluz.
- Yo hice esto – dijo con tristeza – Lo hice con todo mi amor para una persona que significó mucho en mi vida… y es triste verlo cargado de tanto dolor y amargura…Lo repararé – bajó el instrumento y tomó la flauta – y esto… esto nos va ayudar mucho.
- Bien – sonrió Irasumi. El la vio por un momento.
- Funcionará – dijo.

Un par de horas después, la campana de la puerta sonó. Con un “son ellos”, los nervios se pusieron de punta y no se explicaban la tranquilidad con la que Rag se movía. Escucharon las voces y las pisadas de las escaleras y los tres sintieron que el corazón se les iba a salir, abrazados uno del otro detrás de Rag, quien al ver semejante bola de nervios no pudo evitar sino sonreír ante la expectativa. La puerta se abrió. Heavy Metal venía acompañado de un ángel muy parecido a él, con la excepción de las pecas que cubrían su rostro. Tenía el cabello corto, rubio, y los ojos azules que reflejaban no estar muy contentos con estar ahí en esos momentos. Vestía de negro y tenía alas blancas. Al entrar, se quedó perplejo al ver a los tres que ahora lo miraban con ojos del tamaño de platos.

- ¿Y estos tres? – dijo en tono un tanto despectivo, lanzando un balde de agua fría a los tres hermanos.
- Son tuyos – dijo Heavy – Su madre asegura que son tuyos.
- ¿Y la madre?
- Los dejó en un orfanato. Ellos se escaparon y llegaron aquí para conocerte.
- ¿De verdad? – dijo Aik sin conmoverse - ¿Te pido un favor, Heavy? Regrésalos al orfanato; se la van a pasar mejor ahí.

Estaba a punto de darse la media vuelta, cuando Heavy y Rag se le echaron encima, lo forzaron a sentarse en la silla y lo ataron de pies y manos a ella en medio de los gritos y las majaderías que Aik vociferaba. Para ser delgado, Rag tenía una extraordinaria fuerza en los brazos. Una vez sentadito, Aik seguía echando pestes y esforzándose por zafarse. Irasumi le dio el oso a Leyb y con determinación, se dirigió a donde estaba Aik y le propinó tremendo patadón en las piernas.

- ¡AY! – gritó el ángel - ¡MENDIGA MOCOSA!
- ¡ESO ES POR EL CACHETADON, FAUNO DESGRACIADO!
- ¡IRASUMI! – gritó Devon casi con el “Jesus” en la boca - ¡Es tu padre!
- ¡Será muy mi padre, pero de que me la debía, me la debía!
- ¡NOMAS QUE ME QUITE ESTO DE ENCIMA Y YA VERAS COMO TE VA, MOCOSA DEL DEMONIO! – gritó Aik haciendo más esfuerzos por desatarse. Heavy retiró a Irasumi del lugar de los hechos mientras que Rag se acercaba con el estuche de la flauta en mano.
- ¿Te dejamos a solas? – dijo Heavy. Rag afirmó. Los chicos, Irasumi, Pepe y su tío Heavy salieron de la habitación. Rag cerró con llave una vez todos fuera. Aik hiperventilaba del coraje. Rag se acercó a él.
- ¿Por qué estás enojado? – le preguntó.
- Una lepa me golpea y dos imbéciles me atan, ¿y me preguntas por qué estoy enojado?
- No Aik, escúchame: ¿por qué estás enojado?

Ver a Rag a los ojos es como ver un espejo que te dice que algo anda mal en ti y te lo muestra tal como es. Por eso, Aik comenzó a tranquilizarse antes de volver a hablar.

- Todo es un infierno – dijo en voz baja. Rag sonrió y sacó la flauta. Su presencia hizo vibrar la esencia de Aik de tal forma que lo dejó en completo estado de shock – No te atrevas; – dijo de manera amenazadora pero a la vez temerosa – regresa eso a donde estaba, ¡no te atrevas!

Rag se acomodó frente a Aik a manera de flor de loto, colocando las partituras frente a él en el piso. Aik miraba con cierto temor aquello y gritó con dolor al escuchar las primeras notas que provenían de aquella flauta. Afuera, escuchaban los gritos en medio de la hermosa melodía y aunque los cuatro querían entrar, pudieron contener sus ganas de tirar la puerta, golpear a Rag y desatar a Aik, total, había que quererlo con sus rabientas y toda la cosa.

Pasaron horas antes de que Aik dejara de gritar pero la música seguía. Pasó más tiempo antes de que vieran a Rag en la puerta de la cocina (ellos habían bajado a cenar algo), bostezando y estirándose al sentarse en uno de los lugares.

- ¿Y Aik? – preguntó Heavy todo desesperadillo. Rag servía una taza del chocolate que Heavy había preparado.
- Dormido – dijo – lo dejé descansar un par de horas. La unión que tiene con Litch es muy fuerte.
- Grita muy feo – dijo Leyb compungido - ¿Estás seguro de que no le está haciendo daño?

Rag sonrió y se puso de pie para dirigirse al invernadero, seguido casi inmediatamente de los niños. Sin molestarse siquiera porque ellos estuvieran ahí, Rag comenzó a seleccionar algunas hierbas: amaranto (para un corazón roto), anís (para purificar), canela (para la felicidad), clavo (para disipar la negatividad) y mirra (para incrementar la energía). Con estas hizo una mezcla agregando aceite virgen y moliendo cada una de las hierbas hasta que despidieron un olor bastante fuerte.

- ¿Y eso para qué? – preguntó Leyb apretando su nariz con la mano (pero eso no les quitaba el que ai’ andaban de curiosos)
- El espíritu se atrae por la nariz. Es hora de ponernos agresivos – dijo Rag sin dejar de hacer su tarea.
- No lo vas a lastimar, ¿verdad? Porque no quiero perderme eso – dijo Irasumi. Rag sonrió.
- No. Pero va a ser una noche muy larga.

Una vez que tuvo su aceite, tomó un par de limones de la alacena, miel y le indicó a Heavy dónde podían permanecer durante la noche. El se encerraría de nuevo con Aik.

El fuerte aroma a hierba quemada hizo que Aik reaccionara. Todavía estaba atado a la silla, pero ahora sudaba a chorros y al parecer había estado llorando, porque sentía la cara mojada, un terrible dolor de cabeza y los ojos ardientes, sin contar el hecho de que se sentía tan débil que no podía ni levantar la cabeza. No recordaba muy bien lo que había hecho o dicho en las últimas seis horas, pero entre recuerdos borrosos estaban los ojos chispeantes y llenos de coraje de una niña y de alguna manera sentía que ese coraje iba dirigido hacia él, haciéndolo sentir todavía peor. En cuanto comenzó a reaccionar, sintió que algo muy dulce se untaba en sus labios.

- Es miel – dijo Rag. Aik tomó la miel de la cuchara y sintió cierta forma de consuelo al hacerlo. La segunda cucharada fue mejor recibida y para la tercera tuvo más energías y pudo levantar la cabeza.
- ¿Rag? – dijo.
- Todavía falta. – dijo Rag acomodando los dibujos alrededor de Aik – Tu lazo con Litch es muy fuerte. Hay que romperlo.
- ¿Por qué? – preguntó sin comprender. Rag tocó el corazón de Aik con su mano derecha.
- Lo que tu hermano tiene aquí no es bueno ahora – dijo – y te está haciendo daño sentirlo. Tú tienes que sanar también.

Rag puso el aceite en un quemador de incienso y el aroma no se hizo esperar al encender la llama. Aik sentía que el estómago se le revolvía con el fuerte aroma de las hierbas. Al ver la flauta nuevamente quiso soltar sus cuerdas y rugió desesperado. Rag notó que le comenzaron a brotar los cuernitos de fauno pero ni eso lo inmutó. Colocando nuevas partituras en su lugar, comenzó a tocar una melodía que hizo que Aik nuevamente comenzara a gritar, sin embargo los gritos duraron menos tiempo; las imágenes comenzaron a brillar y la tinta comenzó a salirse del papel, envolviendo a Aik como si fuesen listones en su cuerpo. De pronto, desde el fondo de su corazón vino un grito desgarrador que inundó toda la casa y después de eso, todo se tornó oscuro. Poco a poco abrió los ojos y se vio a sí mismo tirado en el desierto. Se puso de pie y vio a su alrededor pero no podía avanzar. Pudo ver delicadas hebras rodeándolo y al tocarlas escuchó la vibración de la flauta. Por un momento se preguntó dónde estaba pero luego reconoció el lugar como el Desierto de las Almas. Una brisa fría recorrió su cuerpo y frente a él comenzó a formarse una figura angelical de arena que poco a poco comenzó a cobrar forma. Aik la reconoció enseguida.

- ¡Madre! – suspiró. Alacrán, tranquila y amorosa, abrazó al pasmado ángel y acarició su cabeza con ternura.
- Tú no eres Litch, - le dijo con suavidad – tú nada tuviste que ver con las decisiones de Kube. Deja esos sentimientos aquí y libera tu corazón para que vuelva a sentir el amor que te rodea. Ellos te esperan, Aik. Regresa a casa y retoma el hermoso espíritu que tienes.

De pronto, sintió que caía a un pozo profundo. Cuando abrió los ojos, la luz del sol le pegaba en el rostro y estaba tirado en el círculo, en el lugar que estaba la silla. Tenía una cobija encima y se sintió desnudo del torso. Rag había untado parte del aceite sobre su pecho y espalda para luego dejarlo dormir sobre una piel de oso y había colocado una cobija para resguardar su calor. Frente a él había puesto unas galletas bañadas en miel y un humeante té de limón. Al incorporarse, Rag asomó la cabeza desde un reclinador que tenía al fondo del cuarto.

- Rag… - dijo Aik todo sacado de onda. Rag avanzó hacia él.
- Las galletas las hizo Irasumi anoche; – dijo viendo a las galletas con desconfianza – te advierto que no son muy buenas, por eso las bañamos con miel, pero siguen teniendo un leve sabor a cebolla.
- ¿Irasumi?
- Tu hija.
- ¿Mi--¡Mi hija!?
- Son tres, dos niños y una niña, y te esperan afuera ansiosos por verte. Debo admitir que al principio no los reconocí, pero ahora veo claramente la marca de ella sobre sus almas. Los tres son tuyos, aún cuando les hayas dicho que se regresaran al orfanato. - Aik no entendía; el jamás golpearía a una niña… a menos que… Vagamente recordó que algo hizo cuando estaba en su estado de fauno. El estomago le daba vueltas de pronto. ¡¿Cómo pudo haber hecho algo así?! Rag se puso de pie y avanzó a la puerta – Los voy a despertar y los voy a dejar entrar, mejor te pones tu camisa.

Aik se quedó como que idiotizado por un largo rato, procesando lo que Rag le había dicho. “Cuando Rag habla, mejor te callas, te sientas y escuchas” era una norma seguida por casi todos en la Ciudad, por eso no puso en duda sus palabras y por eso no sabía qué hacer o qué pensar. Tembloroso, tomó la camisa que traía puesta y justo cuando la ponía sobre su cabeza, la puerta se abrió.

No hubo necesidad de explicar nada. En cuanto Aik vio sus ojos reflejados en aquellos dos niños pecosos leyó a la perfección la profundidad de sus almas y su corazón (inexplicable y repentinamente) se llenó de alegría; pero en cuanto vio a los ojitos que lo miraban con mucho sentimiento supo que haría y daría lo que fuera por ver a esa princesita del oso sonreír y que, efectivamente, la marca en su carita había sido provocada por la mano que ahora le palpitaba con tan solo pensar en sus acciones. Rápidamente y a gatas se acerco a ella, la tomo del brazo y la acerco a si, abrazándola con ternura, con amor indescriptible, indestructible y eterno. Le planto un beso en la frente y toco su nariz con la de ella. La chiquilla lo miraba con ojitos aguados.

- Perdóname – le dijo Aik moviendo su cabeza para darle besitos de mariposa – Te juro que primero me corto la mano antes de volverla a levantar en tu contra, perdóname.
- ¡Te quiero! – dijo ella riendo y colgándose de su cuello. Con esto, los otros dos se unieron a la comitiva, llorando y riéndose. Afuera, Rag se topaba con Heavy y sonrió orgulloso.
- Gracias – dijo Heavy. Rag se cruzó de brazos.
- “Gracias” no paga la comida ni mantiene mi ya tan acostumbrado estilo de vida. – dijo estirando la mano – Échale…

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