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El Lugar de Todas las Cosas Salvajes --- 8

EPILOGO

VIII
El Lugar de Todas las Cosas Salvajes


Rag prácticamente secuestró a Aik por una semana y media para poder liberar su energía de aquella de su hermano y de paso le hizo hacer trabajos de jardinería y de aseo por toda la casa. Como Aik tenía prole, pues entonces 8 manos trabajaron mejor que dos y aquella casita quedó como tacita de limpia. Irasumi era la que preguntaba muchas cosas acerca de él, de su familia, de su infancia y Aik encantado de la vida respondía cada una de sus preguntas sin dejar fuera detalle (le quitaba las partes subidas de tono porque, después de todo, todavía seguía siendo una niña). Cuando preguntaba de su madre, sin embargo, Aik siempre le contaba que ella (Irasumi) era muy parecida tanto en el físico como en el carácter y esto parecía tranquilizar la curiosidad de la niña… por el momento.

- ¿Quién es su madre? - preguntó Heavy mientras los niños volaban papalotes junto con Rag en el patio de enfrente.
- No tengo ni la más mínima idea - dijo Aik sonriendo para que no sospechaban que estaban hablando de algo delicado y sin chiste alguno.
- ¡Aik Rock!
- Sonríe o van a pensar que estás enojado.
- ¡Aik Rock! - exclamó Heavy con una sonrisa falsa y entre dientes - ¿Me estás diciendo que estos pobres niños son consecuencia de una noche de calentura vil?
- Seguramente…Pero te juro que lo voy a investigar.
- Ya pa’ qué - dijo Heavy encogiéndose de hombros - Ya tendrá su buen rato de petatiada…

Tai fue a visitarlos luego de que Aik hubo cumplido sentencia con Rag y ahí tuvieron la oportunidad de conocer a Gin, futura reina del imperio haduno. Heavy decía que afortunadamente su nieta había sacado el parecido con Tai, pero Aik y Devon aseguraban que Gin se parecía a su padre y que de su madre sólo había sacado los ojos.

- ¡Ay! ¡Su padre! - dijo Tai entregando a Gin a su abuelo. La chiquilla le encantaba tomar a su abuelito del pelo y jugar con el mientras balbuceaba dios sabe qué tanto - ¡Es un exagerado! No nos quería dejar venir hasta que prácticamente lo amenacé con atarlo a una silla y venir sin escolta. Todas esas luciérnagas que rodean la casa ahorita son hadas listas para darle muerte a pellizcos a quien se acerque y no esté registrado.

Irasumi supo que tenía un padre, un tío (que decía que tenía otro tío que vivía en la Tierra y que cuando estuviera más grandecita se lo iba a presentar porque dudaba mucho que Hard hiciera el viaje a la Ciudad Música nomás pa’ conocer chiquillos), una primita pequeña cuyo padre era el Rey de las Hadas (que cuando lo conoció casi se muere del infarto al reconocer al chico-hada que le concedió el deseo aquella vez) y que estaba casado con su prima la grandota… y aunque el pensamiento de estar emparentada igual con demonios la asustaba, prefirió no pensar en eso y enfocarse en el ambiente familiar que ahora la rodeaba. Todas las mañanas, se despertaba con el aroma del desayuno y, cuando fue el tiempo adecuado, se preparaban para ir a la escuela. El día en que fueron presentados frente a la Reina Música como hijos de Aik, la Reina los recibió con una cálida sonrisa y una canasta de dulces. Aik había explicado la situación anteriormente y también le hizo saber lo que Rag había hecho.

- Pido disculpas a Vuestra Majestad por mis acciones pasadas y pido, ruego, que aunque estos niños sean solo mitad ángel musical y el decreto estipule que sólo los ángeles musicales pueden permanecer en la ciudad, les sea concedida la ciudadanía permanente a mi lado – dijo Aik, rodilla en tierra mostrando respeto a la corona. Estaban en la Sala de Recibimientos, en donde también estaban Opera, Canción de Cuna y una asistente de Arhes tomando notas como secretaria neurótica. La Reina Música miraba con candidez a los tres niños al lado de Aik (quienes también estaban en la misma posición que su padre). Se puso de pie, avanzó hacia el ángel y colocando su mano en el hombro de Aik, dijo:
- Todo lo que sé es que uno de mis ángeles más estimados ha recuperado su sonrisa y eso es razón suficiente para permitir que estos pequeños sean adoptados por la ciudad. Deberán ser enrolados en la escuela lo más pronto posible, Aik.
- Gracias, Alteza.
- En cuanto a tu puesto dentro de mi Guardia…
- Ruego un poco más de tiempo - dijo Aik agradecido - Todavía me falta mucho camino por recorrer… y tengo una familia que exige que tenga tiempo para ellos por el momento.
- Entonces tu puesto te esperará el tiempo que necesites.

Aik trabajaba en la escuela pero daba clase a ángeles de mayor nivel. Aún así, Irasumi sentía que era divertido ir al colegio con él y salir del colegio con él. Sus hermanos fueron colocados en el mismo nivel básico que ella, pero luego subieron de nivel al saber utilizar bien los instrumentos y saber leer y escribir música (Leyb quedó al final en el nivel III mientras que Devon quedó en el nivel V y a Heavy casi le dio el soponcio porque Devon seguía mostrando interés en la música clásica; Aik no cabía de lo orgulloso pues todos sus maestros lo halagaban por el buen trabajo que había hecho por el muchacho; “Si tan solo su hermano fuera tan divino regalo…” decían). Sin embargo, ellos le ayudaban mucho en hacer sus tareas y en practicar, por lo que Irasumi (aunque no era de las súper avanzadas) siempre estuvo en los primeros lugares de aprovechamiento.

Luego, estaba la casa. Aik había conservado la vieja habitación de los muchachos, pero ahora había una señorita en casa, por lo que construyó otra habitación más para ella y todo lo que estaba dentro estaba muy a su gusto (no más compartir gustos con otras niñas ñoñas que estaban en el orfanato) aunque de una que otra vez Aik y Heavy se volaban con eso de los vestiditos con holanes y zapatitos de charol rojos (Irasumi siempre prefirió los pantalones, las camisas aguadas y prácticamente andar descalza, cosa que Heavy siempre refería como “el complejo Aik”).

Rag los visitaba con frecuencia. Como que el tenerlos en casa durante una semana y media lo había hecho extrañar la compañía de la gente y – aunque seguía con su costumbre de no hablar más de lo necesario – procuraba ir primero una vez por semana, luego dos, hasta que prácticamente iba todas las tardes y llevaba panecitos de moras o pastel de manzana. Aquello resultó de gran beneficio para Aik y Heavy, pues Rag reconstruyó el jardín entero de ambas partes y hasta árbol con columpio puso en casa de Heavy (adiós a las macetitas raquíticas del porchecito). Aik comenzó a notar que Rag era atento a lo que Devon decía e inclusive le trajo varios libros. Podían pasar largas horas leyendo bajo el árbol, en silencio bendito que nunca se tenía cuando Leyb estaba cerca. A Leyb siempre le gustó la aventura, los animales y el campo abierto, por lo que el hecho de que Beau estuviera por ahí también resultó de gran beneficio.

Luego de una estancia de tres días en los calabozos, por fin se cansaron de sus gritos (como que “¡Quiero ver a la Reina!” todo el maldito día cansa hasta al más paciente) y le concedieron una audiencia. Pasó por amargas pruebas, rastreos de hechizos y detectores de mentiras para llegar a la conclusión que, efectivamente, no recordaba nada. La Reina entonces le impuso el castigo de habitar el bosque que rodeaba a la ciudad música pero no podría entrar sin escolta de alguno de los ángeles Principales. Si realmente estaba arrepentido (a lo que él cuestionaba diciendo “pero arrepentido de qué si ni me acuerdo de nada”) entonces su conciencia se encargaría de levantarle el hechizo de ser centauro (pasaron los años y seguía siendo centauro, por lo que Beau comenzó a sospechar que tal vez sí hubiera sido cruel y despiadado lo que hubiera hecho). Esto no le impidió, sin embargo, ser el mejor amigo de travesuras de Leyb y luego si agregamos a la fórmula el hecho de que Tasha acostumbraba visitarlos seguido (su historia es larga y termina con él de mascota de Anahid en el Templo de Sev después de todo) pues el trío tenían siempre a su tío Heavy y a su padre con el alma en un hilo.

Sin lugar a dudas, Irasumi se ganó el cariño de su tío Heavy desde el momento en que le dio el patadón (con amor) a su padre cuando energúmeno era. Heavy le enseñó a tocar la guitarra y ya le tenía lista su carrera como rockera dentro de su gremio y hasta le prometió su primer tatuaje.

- ¡Sobre mi cadáver! - exclamó Aik al escuchar la descabellada idea. Heavy se inclinó a Irasumi y le susurró al oído, “Eso puede arreglarse; los accidentes pasan” a lo que la chiquilla soltó la carcajada.

Al principio, cuando la molestaban en la escuela, buscaba a sus hermanos para protección. Pero ya nomás fue cuestión de que agarrara confianza porque luego mandaban llamar a Aik no para que sacara a Leyb de la clase de los regañados (que también ocurría y con mayor frecuencia de lo que Leyb o Aik quisieron admitir) sino para que fuera por su niña la salvajita. Esto, afortunadamente, no ocurría seguido al menos no con Irasumi, porque como ya lo dije, con Leyb era otra la historia.

- ¡No pude evitarlo! - exclamó Leyb tratando de explicar a su padre el por qué estaba en la oficina del director una vez más - ¡Mi puño estaba ahí, sin hacer nada, cuando el otro idiota estampó su cara contra él! Oigan, mi puño y yo no tenemos la culpa de el Meni sea tan imbécil que quiera modificar su cara a punta de chingad-d-digo, de toparse…con mi puño…repetidas veces.
- No va a volver a pasar, lo prometo – dijo Aik apenado al director.
- Sí, eso mismo dijiste ayer… y el día antes de eso… y el día antes de eso… - dijo el director con voz y mirada escéptica.

Irasumi no podía estar de lo más contenta. Aquello era mucho mejor que su libro de cuentos de hadas: en esos libros siempre había una frase cursi como la de “y vivieron para siempre felices” mientras que en su vida había días buenos, había días malos, pero lo seguro era de que siempre despertaría con el aroma de los panqueques y Pepe bien dormido a su lado.

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